Se
le conoce como Hamsa o Khamsa y es un amuleto en forma de mano
abierta, con los dedos hacia arriba considerado como una poderosa protección
contra la maldad y las malas vibras. Es usado mayormente en el norte de África
y también en medio oriente.
La
palabra Hamsa (khamsa) significa cinco, que es un número sagrado en la
tradición hebrea y musulmana.
Este
amuleto es también conocido en el Islam como Mano de Fátima, conmemorando a la hija de un gran profeta que
llevaba el nombre de Fátima. Cuenta la leyenda que la fe y devoción que sentía
ella eran tan grandes y verdaderas que cuando se entregaba en oración profunda,
era capaz de hacer llover en el desierto para luego ver nacer allí hermosas
flores.
Fátima
amaba mucho a su marido Ali y una tarde en que se encontraba en la cocina preparando
la cena para ambos, entra su marido para presentarle a su nueva esposa. La religión
islámica permite la poligamia, pero Fátima estaba tan perdidamente enamorada de
su esposo que siguió cortando los vegetales y no se dio cuenta de que con el
cuchillo cortó su mano y sangraba profusamente. La punzada que sentía en su
corazón era tan fuerte que era incapaz de sentir este otro dolor tan mínimo en
comparación a su tristeza de amor.
Esa
misma noche Alí quiso pasar la noche con su nueva esposa y Fátima los espió por
una hendidura en la pared. Cuando vio a su marido besar a la otra mujer no
puedo contener las lágrimas y una de ellas, con forma de mano con dos pulgares
y tres dedos cayó en la espalda de Alí. Este hecho hizo comprender al esposo la
magnitud del amor que Fátima sentía por él, y renunció a su nueva esposa
quedándose con Fátima para siempre.
Esta
leyenda hace que las mujeres árabes e islámicas carguen con este amuleto en
forma de pendiente o gargantilla como una manera de alejar a “las otras” de sus
maridos y confiar en que no las abandonarán. Se le atribuye también el poder de
desarrollar en don de la paciencia
para no desesperar en momentos de prueba o dolor. Especialmente para esperar
tranquilamente que la fortuna toque a nuestra puerta.
En
la actualidad son muchas las culturas (entre ellas la nuestra) que obsequia
esta figura, en las más diversas formas (amuletos, cuadros, joyas, adornos,
ropas, utensilios y muchas más) como un imán para la buena fortuna.
Es
un símbolo que pretende recordar que la divinidad puede ser expresada a través
de los cinco sentidos… y el agradecimiento también.
A
cualquier amuleto podemos otórgales el poder que nosotros necesitemos darle. Ya
sabemos que el poder no lo da el amuleto en si sino que nuestra mente le
concede poder. Por eso tú puedes usar el Hamsa de la manera que quieras. Yo lo
uso en mi decoración y me encanta.
Todas
las formas de arte se han deleitado con esta mágica figura… y tú también puedes
crear tu propia versión de tan bello y singular amuleto.
Un
abrazo queridos lectores.
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