Nadie puede negar belleza y la magia del otoño y sus
colores que nos evocan olores a tierra húmeda, a leña seca y a calor de
hogueras…
La vida se vuelve tranquila en
otoño porque los ritmos del ambiente y del cuerpo bajan. Es un momento de
deleite para muchos que lo añoramos… pero para otros se vuelve una tortura…
¿Por qué? porque cuesta vivir los otoños internos, esos que invitan a
recogernos en casa y a pasar menos tiempo ocupados en el afuera. Tenemos miedo
de quedarnos a solas con nosotros mismos y escuchar nuestros pensamientos. Nos
asusta descubrir cosas que inconscientemente sabemos que están allí escondidas
como nuestros temores e insatisfacciones. Pero lo que más nos cuesta es aceptar
que la vida nuestra está sujeta a un constante morir y renacer y a eso le llamamos
cambio.
Otoño es para eso; llega
enfriándonos el ambiente porque así nos obliga a ir hacia adentro… Otoño es una
invitación a desprendernos de lo viejo. Así como hacemos limpieza en nuestra
casa también debemos hacerla en nuestro interior y atrevernos a cortar y
eliminar eso que ya no sirve.
Nos cuesta soltar, nos cuesta tanto
dejar ir y sobre todo nos cuesta confiar en que más adelante podemos encontrar
cosas, situaciones, personas, trabajos y sueños mejores que esos que ya
cumplieron su ciclo y debemos dejar partir.
Nunca vi un árbol estirando sus
ramas para recoger una hoja recién caída e intentar volver a pegarla a su rama,
pero si he visto personas estirarse enteras para atrapar un sueño perdido, para
retener a una relación ya desgastada, para aferrarse a la idea de que sus hijos
siguen siendo pequeños y no pueden vivir sin ellas o para conservar un trabajo
que la tiene agotada…
Es difícil revivir una hoja muerta.
Podrá retornar a la vida pero de otro modo. Primero se convertirá en abono para
luego retornar a la vida de un modo distinto. Lo mismo pasa con nosotros,
podemos convertir una idea vieja, una relación, un sentimiento en algo
diferente. No necesariamente debe morir en nuestra vida sino que morirá en la
forma.
Aprendamos a vivir los otoños internos
y fluyamos con el eterno retorno de las estaciones… Aferrarnos a aquello que ya
está muerto solo nos traerá sufrimientos. Miremos la realidad. Hagamos el duelo
por eso que ya no está y sigamos viviendo… Vendrán cosas buenas, te lo aseguro…
Recuerda que a través de la historia siempre después del otoño viene la
Primavera…
Me®
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