miércoles, 5 de agosto de 2015

En la quietud del Invierno…


 Se dice que oficialmente el invierno llega el 21 de Junio y la Tierra y el cielo celebran la sagrada ceremonia de apertura del gran portal del Solsticio de Cáncer soltando así al maestro Otoño que nos deja su Sabiduría mientras nos enseña a despojarnos de lo que ha caducado en nuestras vidas desocupando nuestros brazos para poder abrirlos a lo nuevo que trae no solo el Maestro Invierno sino también la misma vida… Mientras en el norte reciben al verano.

Pero para mi el invierno comenzó hoy… y no solo porque se ha desatado este el tan anunciado temporal sobre Santiago y algunas regiones… sino porque justo ahora puedo recogerme en la calma de mi hogar y quedarme quieta disfrutando del placer de ir hacia adentro… Tuve un primer semestre muy agitado porque se me ocurrió estudiar y no se me ha hecho tan fácil como esperaba. Al parecer mis células del cerebro ya no están tan ágiles, además de que me reparto entre múltiples actividades y compromisos familiares, laborales y otros… Mi cuerpo y mi mente reclaman descanso. Pero mi alma sigue siendo esa niña revoltosa que quiere seguir jugando a vivir.

Estuve retirada de la red, de los amigos, de la rutina… recién regresando para volcarme en mi viaje al interior… Allí donde me reconcilio con mis sueños, saludo bien de cerca a mis miedos y puedo ver sus caras, que de verdad a estas alturas, no me parecen tan horrorosas… Vengo dispuesta a divorciarme de ellos porque no me son necesarios… Cerré la etapa de las excusas y ahora asumo responsabilidades... ya era bueno…

Hice una profunda sanación con mi cuerpo y mi mente… muchos jugos verdes, blancos, amarillos, naranjas y rojos... meditación varias veces al día y el toque mágico de bailar al compás de mi música interna… Sí… muchos dicen que estoy loca –y lo estoy– porque bailo al compás de ritmos que brotan de mi alma… mi único compañero es mi perro que primero me mira desconcertado y luego se une al esta danza siempre improvisada.

Lo que va corrido del año han sido meses tan poderosamente depurativos en todos los sentidos. La energía de nosotros, así como la del planeta ha variado muchísimo. Cruzamos la puerta hacia otro ciclo de esta interminable espiral luminosa ayudados por las vibraciones de muchos planetas en retrogradación que nos arrastran con ellos para ir hacia atrás para recordar… para volver a conectar... por eso se vuelve imperioso encontrar refugio en el interior del hogar, de la familia y sobre todo en el interior de nosotros mismos… para hacer esta reflexión…
Hay un espacio sagrado dentro de nosotros que muchos desconocen y allí no hay frio ni soledad… es nuestro Sol Interior que nos completa, nos entrega su  calor y brillo de Luz divina que trae más y más conciencia para crecer.

Por eso en esta época hacemos reposo… La calma y la quietud son la antesala de los encuentros con nosotros mismos, del regocijo del alma… del descanso y del vacío. Momento para recoger la última gota de savia desde nuestras raíces y conectar con nuestros ancestros, con todo el inconsciente personal.
Quisiera tener el valor de esas ramas desvestidas del árbol que estoy mirando para despojarme de todo y en esa desnudez reencontrarme con mi esencia… pero de a poco… Ya me he despojado de tantas cosas que creo que muy pronto seré capaz de quedar con solo lo esencial, no solo de mi misma sino de lo que preciso para vivir y podré disfrutar de observar el paisaje siempre cambiante de todos los días de vida.

Esta calma invernal es para seguir revisando nuestros armarios, físicos e internos y vaciarlos de todo lo inservible: pensamientos, creencias, objetos, costumbres, espacios, rutinas, personas… Sí… muchos seres que nos acompañaron durante la vida y que ya no vibran en sintonía con nosotros deben quedarse… y no es falta de amor ni compasión… es por respeto a nosotros mismos... no podemos quedarnos en ambientes que vibran aún en la queja, el temor, el victimismo, la rabia, la envidia, la competencia, el orgullo…

Honro a todos los que se quedaron y también a quienes me adelantan…mi viaje por esta vida lo hago a mi propio ritmo… Dejé de bailar al compás de ruidos externos…

Por ahora aquí sigo… en la quietud del invierno…

En Amor y Conciencia.

Me® 

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