Recuerdo que me costó
mucho integrar esa frase atribuida a Jesús: No tires perlas a los cerdos… Y la
verdad es que recién hace bien poco pude comprender el profundo mensaje que nos
dejó el Divino Maestro cuando declaró que: no
tiremos nuestras perlas a los cerdos.
Para la tradición judía
los cerdos son lo más bajo en la escala evolutiva porque se recrean en el
barro, se alimentan de basura y en aquella época se creía que este bello
mamífero era de muy escasa inteligencia.
Las perlas simbolizan lo
valioso de cada uno, su propia sabiduría… y en ese tiempo y en ese contexto no
puedes tirar lo valioso de ti a unos puercos que retozan en el barro y se
alimentan de excrementos y desechos…
Bueno, pues en la vida nos
pasa a todos que cuando entramos en la senda espiritual a descubrimos lo
dormidos que estábamos queremos salir corriendo y despertar al resto de las
personas… es tanta la efusividad que algunos quieren imponer su hallazgo por la
fuerza y la frustración puede ser muy grande al darnos cuenta que los demás no
comprenden nada de esta nueva verdad que les estamos entregando y generalmente
nos tildan de locos o por lo menos de “raros”…
Con el tiempo aprendemos
que debemos respetar los tiempos de las personas… Cada cual decide cuando y
como despertar y por mucho que te duela ver a tu pareja o tu padre o hija,
sumidos en un sueño cataléptico, no sería conveniente despertarlos a cachetadas
ni menos a balazos… que es como muchos intentan remecer a los demás.
En estos nuevos tiempos
vemos a muchos seres recién despiertos que se creen dueños de la verdad y
quieren –con la mejor de las intenciones– entregar su verdad a la humanidad y crean páginas web, compran espacios en
radio o tv, se hacen youtubers y compran seguidores en páginas de alguna red
social… y la mayoría se autoproclama maestro y llenan sus días entregando esta
verdad que salvará el alma de los demás… es el típico comportamiento de quienes
recién despertaron y caen en esa fase llamada del predicador.
A cada persona le llega el
momento de despertar y encontrarse consigo mismo… Eso es un camino personal,
demasiado íntimo para compartirlo con el resto y sobre todo único… nadie
despierta igual que otro ni en la misma línea de tiempo.
Recuerdo hace muchos años
haber asistido a una charla donde el conferenciante explicaba la incapacidad de
ver lo mismo que ven otras personas con diferente nivel de conciencia… y puso
el ejemplo de un niño que reclamaba su biberón desde su andador y su madre le
señalaba el mesón de la cocina. El pequeño desde su nivel no podía ver lo que
había sobre la mesa, su paisaje era totalmente distinto porque podía ver la
mesa desde abajo y no apreciaba nada… la madre no comprendía porque lloraba si
su papilla ya estaba lista y el pequeño no podía verla… Es así como los seres
de bajos niveles de conciencia no podrán entender mucho de lo que les dices… Su
paisaje es distinto… Se esforzarán por demostrarte que eres tú quien está en un
error –recuerda que mientras más elemental, más grande es su ego– y podrás
estar meses explicando con peras y manzanas algo que no están preparados para comprender
sobre todo si intentan intelectualizar algo como la espiritualidad… Y no es por
falta de inteligencia o por deseos de jorobarte… Es simplemente porque en ese
nivel de conciencia no pueden digerir lo que les estás entregando… Es
imposible!
Por eso no luches… No intentes
ni te desgastes con personas que solo están pendientes de ti para ver por donde
te caes y entrar ellos a corregirte porque se han fanatizado con algún dogma.
Honra tu Sabiduría…
Cultiva la serenidad y no entres en conflictos burdos solo por querer tener
razón…
Respeta los tiempos y
espacios de los demás… no tires tus perlas a los cerdos… guárdalas, consérvalas
para compartirlas con quienes sean capaces de valorarlas y disfrutarlas contigo
en una buena conversación, en un bello proyecto. No desperdicies ni ensucies
algo tan sagrado como tu sabiduría interior…
Cuando estés con personas
de niveles de conciencia bajos puedes hablar de tantísimas cosas sin necesidad
de entrar en tu espacio sagrado… habla de sus dogmas, del último libro que se
leyeron, del clima, de la familia… Y resguarda tus tesoros… Hasta el momento en
que estén listos para descubrirlos.
Si reenvías este texto, respeta el trabajo de la autora, no elimines ni cambies su nombre ni el texto. Cita la fuente correctamente. Se consciente de tu ética espiritual.
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