Es un
hecho conocido que cuando te enamoras de un hombre no te enamoras del hombre
real, te enamoras del hombre de tu imaginación. Cuando no estáis juntos y lo
ves sólo desde el balcón, o lo encuentras en la playa por unos momentos, o le
tomas la mano en el cine, empiezas a pensar: «Estamos hechos el uno para el
otro» Pero nadie está hecho para el otro. Es tu imaginación proyectada sobre el
otro, inconscientemente. Tú creas cierta aura alrededor del hombre y el otro la
crea en torno a ti.
Todo
parece ser tan bello porque lo haces bello, porque sueñas evitando la realidad.
Y ambos tratáis de todas las formas posibles de no perturbar la imaginación.
Así
pues, la mujer se comporta del modo que el hombre desea; el hombre se comporta
como la mujer quiere. Pero esto lo puedes hacer sólo por unos minutos o unas
horas como mucho. En cuanto os casáis y tenéis que vivir juntos veinticuatro
horas al día, se vuelve pesado tratar de aparentar lo que no eres.
Sólo
para satisfacer la imaginación del otro, ¿cuánto tiempo puedes actuar? Tarde o
temprano esto te pesará y empezarás a vengarte. Empiezas a destruir todo lo que
el otro ha inventado acerca de ti porque no quieres dejarte aprisionar, quieres
ser libre para ser tú mismo.
Y la
situación de la otra persona es la misma, quiere ser libre para ser ella misma.
Y éste es el constante conflicto entre amantes y en todas las relaciones.
Osho
Me®
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