Mi abuela adoraba las Calas de su jardín porque, según decía, es una flor noble. No pide mucho y te da muchos días de belleza y frescura al hogar.
La verdad es que durante mi infancia la cala no era una flor muy considerada y al pasar por el jardín nadie las admiraba mucho y no se cansaban de alabar a las hortensias, las camelias, el jazmín, los crisantemos, los lirios, las dalias y buganvillas que estaban a su alrededor.
Pero ellas se mantenían intactas, no les importaba el reconocimiento de nadie… Siempre erguidas y elegantes no dejaron nunca de dar alegría y neutralizar un poco el colorido del jardín… Cada año salían más y más flores y lo que en mi infancia eran apenas 4 matas, terminaron llenando todo el inmenso jardín de la abuela que ya no tenía la energía para cuidar de sus flores y poco a poco fueron desapareciendo muchas… pero las calas no la abandonaron… sus bulbos siguieron brotando cada año con más flores y fue así como llenaron todo el jardín…
Por eso amo mis calas y las riego con mucho cariño, recordando a mi abuela… A ella no la abandonaron jamás y hasta la acompañaron en su tumba… Y a mi me han acompañado toda mi vida y las admiro por su sencillez y pureza… Es cierto… no piden nada… solo un poco de agua cada día y llenan mi jardín de alegría…
Una vez más tenía razón mi abuela: es una flor muy noble… Y las honro cada día de mi vida...
Me®
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