El cuerpo humano tiene 60 trillones de
células. La célula es la base del organismo. Cada célula posee inteligencia
propia y está programada para cumplir en armonía, gracias a su programa
computacional, su específica función en el órgano que la agrupa, manteniendo un
constante "diálogo" con otras células y el cerebro. La aceleración
externa y todos los factores estresantes que nos rodean estimulan la zona densa
mental con emisión de pensamientos "basura" cuyo punto final es la
célula, estos pensamientos inducen la pérdida de la armonía en el trabajo
celular dando lugar a enfermedades de todo tipo, algunas llamadas
psicosomáticas o somatización de las tensiones. Trabajan nuestras fieles y
abnegadas células sin descanso como una fábrica altamente organizada, usan su
central eléctrica o mitocondria que administra la energía del metabolismo
mediante enzimas, estando el comando central en el núcleo celular con el ADN y
los genomas que mediante la clave genética rigen la división o multiplicación
celular. Toda la información hereditaria está almacenada en 100 millones de
genes en cada célula. La célula se mantiene viva gracias a la fuerza
vital del alma que le llega desde el subconsciente, fuerza que la diferencia de
la materia inanimada o muerta y le permite actuar como un computador programando
a sus moléculas, y formando nueva materia específica como las hormonas y
los anticuerpos por ejemplo. Cada pensamiento positivo que llega al cerebro,
forma allí, mediante Alquimia cerebral, su específico agente neurotransmisor
codificado y viaja acompañado de él, llegando a todas las células del
organismo, estimulándolas a trabajar en armonía y las ayuda a recuperar y
mantener el natural estado de salud, mediante una Alquimia celular, movilizando
átomos y moléculas, creando nueva materia y transmutando otra, como sucede a
cada instante las 24 horas del día, todos los días. Interrumpida la energía
subconsciente se produce la muerte celular y del organismo. Los átomos son los
mismos, es decir siguen "vivos", no desaparecen, pero su agrupación
carece ya de la chispa divina que permite manifestar la vida orgánica. El
Genoma humano nació con el primer hombre teniendo un 50% de genes homínido con
un 50% de genes divinos. De manera gradual se ha nacido, vida a vida, con más
genes divinos y menos genes humanoides. Ahora, cada pensamiento positivo está
potenciado en su Fuerza por factores cósmicos y planetarios que lo llevan a la
Gran Alquimia de transmutar en cada célula los genes primitivos por genes
divinos gracias al Mejor Pensar.
Es decir:
EL GRAN ALQUIMISTA ERES TÚ ACTUANDO EN TI MISMO Y POR TI MISMO
Dr. Iván Seperiza Pasquali©
Me®
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