Fui astróloga desde que nací… más bien, creo que de antes… Lo traigo de muchas
vidas anteriores. Antes de aprender a leer o escribir ya me sabia los signos de
memoria y los repetía en orden porque los escuchaba todas las mañanas por la
radio en el horóscopo… y creo que es raro que una criatura de menos de dos
años, mientras le dan la comida está repitiendo signos… pues esa es mi
historia.
Crecí en un medio pragmático donde la astrología era cosa de gente
ignorante… Aún así, en mi adolescencia y juventud compré cuanto libro o
revista de astrología encontré, pero eso me hizo alejarme más de ella, aunque
seguía preguntando, antes que el nombre, el signo. No fue hasta los 30 años que
entre a estudiar astrología… y fue a medida que descubría cosas que siempre supe, que me
conecté con esa sabiduría ancestral y desde ahí todo fue mucho más fácil para
mi.
Hice tantas cartas astrales. Indagué en los temas natales de famosos solo
por aprender más sobre esta no reconocida ciencia y tan vilipendiado arte. Revisé
cartas de cantantes, escritores, deportistas, actrices, reyes, dictadores,
enfermos mentales, presidiarios condenados a muerte, psicópatas, premios Nobel,
países y eventos… y de toda persona que quisiera colaborar con esta pasión…
Cuando empecé a levantar Cartas Natales se abrió un mundo nuevo para mi…
Descubrí que tenía ante mi una herramienta imprescindible para el
autoconocimiento propio y de los demás. Me hice íntima con Venus y Neptuno…
Júpiter, Saturno y Plutón se hospedaron por un largo tiempo en mi casa para
poder conocerlos íntimamente. Con Mercurio nos pasábamos peleando y
discutiendo… El Sol iba tan rápido que no lo podía atrapar… pero su cálida
mirada me decía cosas hermosas… La Luna y Marte me mantenían ocupadísima
mientras Urano me pretendía y yo lo ignoraba.
Así fui relacionándome con los planetas y pude ir a fondo con los temas
natales.
Lo más importante que aprendí de los astros, es que nada está escrito…
Vamos tejiendo el entramado de nuestras vidas de acuerdo a ese diseño que traemos
en el alma…
Es cierto que la astrología, de acuerdo a tu Carta de Nacimiento te impulsa
a desarrollar determinados aspectos en tu vida, pero no determina. Ante todo
eres –somos– libres de dirigir nuestra vida hacia donde queramos… pero los
elementos, la cualidad, los planetas, el signo, la casa, los aspectos y toda la
energía que nos enviaba el cielo al momento de nacer nos llevan a realizar ese
pacto que traemos firmado en el ADN energético.
Los planetas en los signos y las casas nos aportan capacidades y de
nosotros depende vivir esas cualidades como una virtud o como un defecto…
claro, porque todo tiene sus luces y sus sombras… y no vivir ese pacto es lo
que te lleva a la tristeza… como ese cuento de El Árbol que no sabía quien era… y te dejas llevar por otros que
quieren hacer de tu vida un calco de otras tantas vidas no vividas…
Entre aprendizajes y errores… entre aciertos y metidas de pata… en medio de
ilusiones y desengaños, he mantenido una relación muy fuerte con los astros…
ellos son mis amigos y me entregan mensajes, a veces muy claros, otras en
clave… pero siempre me están hablando. La verdad es que el cielo es muy
parlanchín y me cuenta cosas mías y de cada persona.
De pronto he entrado en profundas crisis astrológicas y la abandono por un
tiempo, pero ella –la astrología– siempre me busca, porque ella es parte de mi
como yo lo soy de ella… y he descubierto que mis crisis no son con los Astros
sino con el público que viene a que le interprete una carta. He aprendido a
discernir cuando alguien quiere una lectura consciente de su Carta de
Nacimiento y cuando quieren venir a que les inflen sus egos… y estas últimas
las derivo a otros astrólogos… Así no arruino este romance que mantengo hace
tantos años con los Astros y puedo seguir investigando más sobre ellos…
Los abrazo mis queridos lectores…
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