Las
esencias aromáticas son el regalo más valioso que nos hacen las
plantas; representan su energía vital, su espíritu, su inmunidad. Estos
verdaderos elixires son un bálsamo para el cuerpo, la mente y el alma.
Más
allá del conocimiento de sus propiedades, debemos prestar atención a la
respuesta del cuerpo y los sentidos. Si un aroma no te agrada o por
algún motivo lo rechazas, déjalo. Los beneficios de los aceites
esenciales van desde relajación, pasando por su capacidad coadyuvante
en el tratamiento de alguna molestia física, hasta el estímulo
energético de amplio espectro.
Algunos de sus usos:
Estimulantes: alcanfor, anís, comino, coriandro, enebro, estragón, limón y romero.
Termogénicos: alcanfor, anís, benjuí, canela, clavo, comino, coriandro, estragón, jengibre, mejorana, nuez moscada y orégano.
Afrodisíacos: amaro, patchouli y sándalo.
Sedantes: amaro,
benjuí, enebro, lavanda, manzanilla, naranjo, nerolí (pétalo del
naranjo), olívano, patchoulí, rosa, sándalo e ylang-ylang.
Antisépticos: árbol de té, cajeput, canela, clavo, lavanda, limón, niaoulí, orégano, pino y tomillo.
Descongestivos: eucalipto, hisopo y salvia.
Digestivos: jengibre, nuez moscada e hinojo.
Compartimos
un botiquín con algunas esencias de uso común. No hay como la
experiencia para adquirir maestría en su uso, incluso te irás animando
a hacer tus propias fórmulas con propiedades que irás descubriendo.
Fuente: Universidad por el Despertar
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