Algunos dicen que están
bien pateados, otros que han sudado la gota gorda en esta cabalgata incesante.
Los más han quedado agotadísimos de tanta correteo… en lo que todos coinciden
es que ha sido un año de mucho despertar, de avance y crecimiento…
Es cierto, nadie sigue en
el mismo lugar de donde partió al comienzo del año equino… Ya sea con un ligero
trotecito o a todo galope, nuestro corcel de madera nos obligó a avanzar
dejándonos unos dos o más pasitos más adelante en nuestro camino evolutivo..
Fue un año maestro, donde
cada experiencia fue una importante enseñanza en la vida de todos nosotros. No
ha habido desperdicio y el tiempo pasó tan veloz como una carrera de petisos…
Aún estamos sacudiéndonos
el polvo que hemos levantado al paso con nuestra cabalgata y no han cesado los
fuertes relinchos del caballo llamando nuestra atención hacia las cosas que
estaban ocultas, sacando a la luz secretos colectivos y personales… Nos hicimos
más fuertes. Nuestra musculatura física y espiritual se amoldan a los tiempos
de hoy. Necesitamos más potencia, más calibre, más conciencia…
El brioso corcel nos exigió
al máximo manteniéndonos en constante trote midiendo así nuestro arrojo y
templanza. A veces quisimos abandonar la carrera. Otras el caballo nos tiró al
suelo, pero nosotros insistimos… resistimos y aquí estamos… bastante magullados,
adoloridos y agotadísimos… pero ha valido la pena.
La tarea fue despertarnos,
remecernos, darle la cara a la vida y dejar de ver como todo sucede sin
atrevernos a participar y dejar atrás el miedo a vivir. Son cada vez menos las
personas que ven la vida como una telenovela donde son otros los que se meten a
la acción y ellos los espectadores… Ahora nos acaballamos e ingresamos a la
carrera de la vida porque es a eso a lo que hemos venido… y, aunque sea
torpemente empezamos a vivir lo que elegimos experienciar.
La visita del Caballo de
madera nos deja muy claro cual es nuestra tropa. De pronto sentimos que había
lugares y grupos donde no encajábamos y algunas pataditas equinas nos lanzaron afuera,
dejándonos caer justo en sitios y personas con las que sintonizamos desde el alma… una movida
estratégica del caballo para acercarnos más a los que somos.
Todo se ajusta… poco a
poco nos hemos ido acomodando en los espacios a los que pertenecemos por
derecho. Este ciclo nos acerca más a nosotros mismos. Nos permitimos ser
honestos, más confiados, más transparentes y sobre todo muy conectados a
nuestro niño interior, a nuestros sentimientos… al corazón.
Será difícil continuar
nuestra carrera forzándonos a hacer cosas que no disfrutamos y muchos ya
abandonaron esos trabajos que realizaban con la única motivación de recibir una
paga a fin de mes… Ahora el pago es el disfrute con que hacemos las cosas… Nada
tiene más valor que ser felices caminando por la verde pradera de la vida.
Y aunque aún sigo
limpiando la gran polvareda que dejó a su paso el año del Caballo de Madera en
mi vida personal, solo tengo sentimientos de gratitud para este noble ser que
irrumpió en mi vida desbocado y me zarandeó de principio a fin para quitarme
todos esos adornos que la vida me ha ido poniendo pero que no son parte de mi
Ser…
Y ahora que el corcel va
alejándose extenuado de tanto alborotarnos la vida para encauzarnos, sentimos como
se acerca suave y dulcemente la Cabra de Madera… pero de eso escribiré en el
post siguiente.
En Amor y Conciencia.
Me®
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