Rarrito recuperándose de su enfermedad... |
Hablar de amor es ya
difícil porque hay tantas ideas acerca del Amor como seres humanos habitando el
planeta… y si hablamos de amor incondicional más difícil aún porque muchos ni
conocen lo que es la incondicionalidad…
Se dice que amar no pone
condiciones: no exige “yo te amo si tú…” simplemente ama y va por la vida
entregando su aroma como si fuese una flor…
La verdad no he conocido
aún personas que amen de manera incondicional porque, aunque dicen amar así a
sus hijos esperan de ellos que sean agradecidos, que obtengan buenas calificaciones
en el cole, que sean buenas personas o que al menos no los hagan pasar algunas
vergüenzas… y eso ya pone condiciones.
Supe lo que era amar
incondicionalmente a los pocos día de que falleció mi hermano y dejó por
herencia una perra y sus cinco cachorros recién nacidos… Me hice cargo de dos
de ellos y no volví a dormir una noche completa porque estas dulzuras requerían
de tanta o más atención que un bebé (o dos bebés). Llegaron poniendo luz en un
momento oscuro de mi vida y por eso los bauticé Inti (Sol en Quechua) y Ra (Sol
en egipcio)… Nadie puede imaginar como dos motitas de pocos centímetro pueden
llenar tanto la vida de una persona. Antes tuve perros, pero ninguno llenó mi
corazón de la manera que lo hicieron estos pequeños almacenes de ternura.
Fueron creciendo y como
machos que eran establecieron una lucha por quien era el favorito en el corazón
de su ama. Pasaban peleando y ninguno permitía al otro acercarse a mi. El
veterinario me explicó que para los perros machos era muy difícil compartir un
amo y justo por eso días mi hermana había decidido adoptar un cachorro, un poco
envidiosa del clima de ternura perruna que reinaba en mi casa, y con el dolor
de mi corazón le regalé a Inti porque sentí que tendría más feeling con ella. Conservé
a Ra porque era un perrito voluntarioso, de fuerte carácter (como yo) y a los
demás les cuesta amar a los seres con esas características… Les gusta la
docilidad que tiene Inti.
A los pocos días de separar
a Ra de su hermano, éste enfermó gravemente de Distemper… estuvo internado 5
días y desde el día en que lo dieron de alta se convirtió en mi milagro de amor porque no quedó con
secuela alguna aunque hubo que formarle nuevamente el estómago dándole agua con
gotario y la comida por cucharaditas… Algunos vecinos lo apodaron El milagro colocolino porque su pelaje
era blanco y negro.
Tal vez por todo lo que
vivimos –el duelo por la partida de mi hermano y la grave enfermedad de
Rarrito– fue que se creo un lazo muy fuerte entre este maravilloso ser y mi
alma… Me costaba salir de casa y dejarlo porque él se quedaba llorando y no
tenía corazón para dejarlo así… lo llevé a todas partes donde iba y gasté un
dineral en taxis para traslados largos porque él no disfrutaba del canil… Solo
quienes aman a un perro pueden comprender como alguien puede modificar sus
costumbres al grado de levantarse al alba para salir de paseo, llenar la casa
de juguetes para perros y gastar pequeñas fortunas en caprichos caninos… sobre
todo porque sabemos que a cambio solo recibiremos alegres meneos de cola y
algunos felices lengüetazos. Eso es amor incondicional…
Hace 15 días durante un
paseo matinal por la playa Rarrito fue atropellado… Se fue al instante, sin
quejas ni dolores… sin despedidas… y pude sentir como una parte de mi también
se iba… Me queda la conformidad de que fue tan amado, tan consentido y mimado…
Recibió tanta energía que fue capaz de evolucionar muy rápido y debía
transformarse… ascender… y lo dejé volar.
Siento que la compañía de
este ser fue un regalo de la vida. El vino a sanarme del inmenso dolor por la
partida de mi hermano. Cumplió su misión y partió para seguir creciendo… seguir
sanando y ayudando a otros seres.
Mi perrito sanador recibe
hoy mi inmensa gratitud por haberme acompañado en días soleados y lluviosos…
por enseñarme lo que es el amor incondicional y por obligarme cada día a
disfrutar del presente…
Esa es la historia de amor
que hoy quería compartirles… Solo quienes se han enamorado de un fiel canino
podrán comprender la magnitud del lazo que puede unir a un perro y un humano.
Es como tener un hijo fecundado por el cosmos: Una Bendición…
¡Gracias Rarrito, mi
pequeño milagrito, por elegirme para acompañarte en este trayecto!
Sigues muy vivo dentro de
mi…
En Amor y Conciencia.
Si reenvías este texto, respeta el trabajo de la autora, no elimines ni cambies su nombre ni el texto. Cita la fuente correctamente. Se consciente de tu ética espiritual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario