Todos llevamos dentro una gota de
luz y otra de oscuridad… Escondemos las sombras (enojos, egoísmo, envidia, etc)
y sacamos a relucir la luz creyendo que podemos engañarnos a nosotros mismos
adecuándonos al perfil de “buenos” que la sociedad ha impuesto.
Ser bueno es estar constantemente
pendientes de la imagen que verán los demás de nosotros. Hay muchos tratados y
manuales de “Buenas costumbres y maneras” que enseñan a los humanos a
comportarse como los demás quieren. Todo es estudiado, artificial y hasta
rebuscado. No es de buen tono fluir y expresarnos porque si dices algo que los
demás no esperan dirán que eres mal educado, si decimos que no a cualquier
petición nos ponen cartel de enojones, si reaccionamos ante una injusticia dirán
que soy conflictiva, si discrepo con la mayoría soy individualista, si no me
apetece hacer lo que los demás me cuelgo el mote de “rara”… y así… Todo lo que
se salga de lo común es clasificado como mala educación o salvajismo.
Por muchos años fui una chica
buena ya que fui criada por mi dulce abuela y educada por alegres monjitas para
ser una dama… pero mi espíritu se sentía prisionero en esa jaula de cosas
estudiadas –algunas tan falsas– y apenas entrando en la adultez lo liberé porque
descubrí que complacer a todos y estar pendientes de la imagen que los demás
tienen de nosotros es una soberana estupidez además que lo estresante que puede
llegar a ser.
Ser uno mismo no tiene precio…
aunque es cierto que se paga otro muy caro porque atrevernos a SER es abandonar
el rebaño e ir muy contra la corriente… Primero te llaman loca, luego intentan
desprestigiarte pero muy en el fondo la manada siente una envidia al verte
libre y sobre todo feliz… Pero estás mostrando tu lado oscuro, tu rebeldía, lo
que la sociedad oculta y eso te convierte en una persona mala… Los malos son los que dicen la verdad, defienden sus ideas, les quitan las máscaras a los otros,
los que tienen opinión, los que se la juegan por un ideal, y lo bueno es que
ahora el mundo se está llenando de genta mala ¡Ja!
Hay quienes sintonizan solo con
lo oscuro del otro, son incapaces de ver sus luces, viendo solo sus defectos
sin detectar que solo ven su reflejo: lo que no pueden aceptar y mucho menos
mostrar de ellos lo detectan en los demás por simple alineación
de energías… Si no tuvieran esa misma oscuridad dentro no podrían sintonizar…
es simple y verdadero.
Así como otros se alinean
perfectamente con la luz del resto y son capaces de crear ambientes muy
alegres, de cooperación, amistad y avance… Lo luminoso en ellos sintonizó y es ahí
cuando surgen bellos milagros…
El crecimiento espiritual no se
basa en ocultar la oscuridad, para eso están las religiones. Evolucionar es aceptar
tu yin y yang internos e ir acrecentando lo luminoso en ti entregando luz en
esos espacios llenos de sombras para que, con el solo hecho de iluminarlas, anular esas
oscuridades. Negarlas es estancarse aún más en la oscuridad porque impides la
entrada de luz.
Imagina que alguien pone luz
–Consciencia– a su manía de hablar mal de los demás… al ser consciente de ello
cada vez que se descubra a punto de pronunciar una crítica o descalificación
hacia otro, se frenará y estará anulando esa oscuridad… Y así podríamos hacerlo
en todo orden de cosas…
Por eso mis queridos lectores,
cuando escuchen por ahí a alguien hablando de las oscuridades de otros
simplemente háganle hacer consciente que no es la oscuridad del otro la que le
molesta sino la propia…
Y recuerda que todos llevemos
dentro la Luz y también la oscuridad y siempre, todos los días, en cada momento
estamos optando por una de las dos…
Y tú… ¿Qué decides hacer crecer?
Tus luces o tus sombras?
Si reenvías este texto, respeta el trabajo de la autora, no elimines ni cambies su nombre ni el texto. Cita la fuente correctamente. Se consciente de tu ética espiritual.
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