Conozco tu historia,
aunque quizás tú no la recuerdas. Es una historia común. La de muchos que
habitamos el planeta. Te la recordaré:
En épocas muy remotas, en
otro tiempo y espacio, cuando eras pura luz tomaste una decisión trascendental:
elegiste encarnar en la Tierra para conocer la tercera densidad. Traías como
única finalidad, crecer, evolucionar… Vivir…
No querías perderte
ninguna de las experiencias y tu entusiasmo era febril… Sabías que no sería
fácil, por el contrario, que podía ser muy duro, y aún así asumiste el riesgo y
te comprometiste en este acto de amor hacia la humanidad porque sabías que no
estarías solo… miríadas de seres de luz estarían apoyando tu tarea así como de
otros que al igual que tú, tomaron la sagrada decisión de venir hasta acá.
Y llegamos aquí, sin saber
que durante el viaje olvidaríamos la misión, nuestros objetivos, nos
desconectaríamos de nuestro poder e incluso olvidaríamos nuestro origen divino…
Conocimos el miedo, esa sensación que nos paraliza y no nos deja SER…. Perdimos
entusiasmo y muchas veces lamentamos estar aquí porque conocimos la mentira, la
enfermedad, la soledad, la separación, la envidia, la competencia, el desamor…
Tantas veces quisimos abortar la misión y regresar a casa… pero nuestro amor y
compromiso con la evolución de este bello planeta nos mantuvo aquí… adoloridos…
pero firmes…
A mitad de camino, justo
cuando creímos que las fuerzas se acabarían descubrimos el secreto mejor
guardado para los humanos, la razón de porque se pierden en el camino. Ese
secreto es que todo, absolutamente todo
lo que necesitamos para vivir y crecer está dentro de nosotros…. Y perdimos
un tiempo maravilloso buscando allá afuera el amor, la aprobación, la
valorización, el éxito, la felicidad…
Y en ese punto empezamos a
conocer la plenitud…
Amarnos nos volvió
poderosos. Porque vivir en el estado de Amor es lo que permite que avancemos a
través de los giros de la espiral evolutiva… vivir en división hace que rodemos
en eternos círculos porque no podemos sintonizar con frecuencias más elevadas,
quedando atrapados girando una y otra vez en lo mismo y la vida se vuelve aburrida,
dura, dolorosa, vacía… Pero el Amor nos salvó… Volvimos a ser nosotros,
recuperamos la identidad… a ratos el Alma nos susurraba la misión, pero aún sin
tener muy claro a que habíamos venido seguimos trabajando, enseñando,
compartiendo y disfrutando de este viaje que ya se había tornado muy
placentero.
El miedo fue alejándose
hasta no saber más de él… Recobramos la confianza, el autoestima y la alegría
inundó nuestros corazones.
Nos volvimos perceptivos,
sensibles a lo que sucedía dentro y fuera de nosotros… encontrábamos un
significado a cada acontecimiento y aprendimos a leer las señales que le
universo nos enviaba en todo momento… Nos reconectamos con la esencia… volvimos
a SER…
A pesar de no dar cabida
al orgullo, nos sentíamos especiales, cumpliendo una labor importante y que no
podíamos fallarle a esos seres luminosos que confiaron en nosotros…
Sí, nuestra labor era
ayudar a despertar a esta humanidad aún somnolienta y lo estamos haciendo… cada
cual con sus recursos, desarrollando su Don y llegando así a tocar las almas de
los demás para que todos recuerden que estamos aquí para ser felices y no para
sufrir… Estamos desenchufando de la matrix a tantos seres humanos porque antes fuimos
capaces de desconectarnos nosotros mismos y ver la realidad…
Somos muchos… y no estamos
solos…
Algunos con terapias,
otros hacen y dictan cursos, escriben libros, hacen películas, dan conferencias
o publican en la red para que otros lean…
Hay una enorme masa
crítica trabajando para que las energías del planeta cambien… Y el cambio está
en marcha porque tú has tenido el coraje de seguir adelante… porque aún sin
saber que venía más adelante confiaste y te entregaste…
Esta es tu historia… la mía…
la de todos… ¿Recuerdas?
Me® Si reenvías este texto, respeta el trabajo de la autora, no elimines ni cambies su nombre ni el texto. Cita la fuente correctamente. Se consciente de tu ética espiritual.
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