Tienes
que estar alerta para no ser manipulado por alguien, aun cuando sea con buena
intención. Tienes que salvarte de tanta gente bien intencionada, de tantos
bienhechores que están constantemente aconsejándote ser tal o cual cosa.
Escúchalos y agradéceles; no quieren hacerte daño, pero daño es lo que resulta.
Sólo
escucha tu propio corazón.
Ese es
tu único maestro.
La
gente te ha juzgado y tú has aceptado su idea sin escrutinio. Estás sufriendo
por toda clase de juicios ajenos y tú arrojas esos juicios sobre otra gente.
Este juego se ha salido de toda proporción y la humanidad entera está sufriendo
por ello.
Si
quieres salirte de esto, lo primero es: no te juzgues a ti mismo. Acepta
humildemente tu imperfección, tus faltas, tus errores, tus flaquezas. No hay
necesidad de pretender lo contrario. Sé sólo lo que eres: «Es así como soy,
lleno de miedo. No puedo entrar en la oscuridad de la noche, en la selva
espesa...» ¿Qué hay de malo en eso? Es simplemente humano. Una vez que te
aceptes serás capaz de aceptar a otros, porque tendrás una clara visión de que
ellos están sufriendo de la misma enfermedad. Y la aceptación les ayudará a
aceptarse a sí mismos.
Podemos
revertir todo el proceso: te aceptas a ti mismo; eso te hace capaz de aceptar a
otros. Y porque alguien los acepta, los otros aprenden la belleza de la aceptación
por vez primera —la paz que se siente— y empiezan a su vez a aceptar a otros.
Si
toda la humanidad llega al punto en el que cada uno es aceptado tal cual es,
aproximadamente un noventa por ciento del sufrimiento desaparecerá —no tiene
fundamento—, los corazones se abrirán por sí mismos y el amor fluirá.
Osho
Me®
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