Cada día es más frecuente oír hablar
acerca de la zona de confort pero todavía hay quienes no comprenden de que se
trata.
Todo lo que nos es conocido, nuestra
familia, hábitos, los amigos, el barrio, la escuela o trabajo, costumbres, creencias,
prejuicios, valores, conforman un espacio en el que nos sentimos cómodos,
seguros y no nos atrevemos a cruzar la línea que nos saque fuera de ese lugar
que no necesariamente nos es grato, pero por conocido nos da la ilusión de
seguridad.
En realidad creamos ideas sobre nosotros
para poder sentirnos seguros (y quizás importantes o especiales) y no las
abandonamos aunque esa idea sea que somos esbeltos y hemos aumentado 100
libras… pero no abandonas la idea de tu esbeltez porque el mundo de los delgados
te es conocido, seguro y entrar al mundo de los gordos puede resultarte un
cambio impensable.
Podemos pasar toda la vida moviéndonos
en ese ámbito en el que nacimos, que crearon nuestras familias y, aunque, no
sea precisamente aquello que soñamos para nuestra vida, nos conformamos con que
“es lo que nos tocó vivir” y no nos atrevemos (más bien ni se nos ocurre)
explorar otro territorio distinto, fuera de esa zona…
Cada cual construye un territorio con
sus propias rutinas y será un lugar en que se siente confortable. En ese espacio
caben la familia, los amigos, el barrio, la escuela, los ritos religiosos, etc.
Y todo lo que desconocemos y, por eso mismo amenazante, queda fuera de ese espacio
y podemos pasarnos la vida sin explorarlo.
Y en esa zona transcurre la vida de
muchos… sin atreverse a salir de allí para explorar espacios diferentes. Todo
lo que esté fuera de esa zona lo juzgan de malo o prohibido. Y así
–tristemente– vemos a personas que jamás se han movido de su reducto protegido.
Los seres humanos somos animales de
costumbres y si nos habituamos a algo lo repetiremos siempre… por eso es tan
fácil programar la mente humana. De pronto nos sorprendemos cuando vemos a
conejillos de indias respondiendo a los estímulos de sus programadores y sin
darnos cuenta de que nosotros somos exactamente como ellos, aceptando las
manipulaciones del gobierno, la televisión, la religión, los colegios, la
sociedad en general, las modas etc…
A veces resulta difícil
comprender que una persona no se atreva a generar un cambio radical en su vida
cuando se da cuenta de que no es lo que desea, que no es feliz y sobre todo que
ese espacio, lugar, o relación ya no van más… De pronto creo que vivimos en una
sociedad masoquista, ya que diariamente veo a personas que eligen vivir un
calvario solo por mantener las apariencias o por simple comodidad… y sobre todo
me cuesta mucho comprender que alguien pueda renunciar a la felicidad por temor
a explorar otras zonas que le atraen mucho, pero que les han dicho que está mal
ir hacia allá, que es cosa de locos, de alternativos desempleados ¡Uff! Y
resistan seguir en el dolor, aún aminorándolo con pastillas…
Comprendo que no todas las
personas están en capacidad de tomar decisiones en sus vidas. A quienes se han
dejado llevar toda la vida les costará empoderarse, pero me parece mucho más
doloroso hacer del sufrimiento una opción…
Todos conocemos historia,
películas, y hasta hemos vivido procesos (dictaduras) en que se nos ha
prohibido hacer, decir, leer o ir… pero la prohibición es externa. Desde afuera
nos impiden hacer algo, pero nosotros internamente seguimos siendo libres… Lo
terrible de no querer abandonar la zona de confort es que es una elección
personal.
Por eso intenta conocer otros
espacios… Toma el colectivo o bus para saber como es el transporte público… de
vez en cuando da una caminata por lugares alejados de tu rutina… Acepta una
invitación de alguien a quien nunca has frecuentado… Puedes probar el tabaco o
la marihuana para saber que se siente fumar… o bañarte desnud@ en una playa solitaria... o tirar piedras a un lago como hacen los niños... Caminar descalza por Central Park ¿Por qué no?… en fin… puedes experimentar
tantas cosas sin hacerte daño… y todo para darte cuenta de que los límites
están en tu mente… Deja de clasificar todo de bueno o malo y abandona
tu sitio confortable, que ya sabemos que tan confortable no es…
Hay un mundo maravilloso afuera esperándote...
Atrévete a saltar al vacío… Serás
sostenido… Te lo prometo!
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