A menudo nos encontramos
con personas o situaciones que intentan sacarnos de nuestro equilibrio. No les
demos ese poder. Nosotros somos los únicos dueños de nuestra energía y debemos
cuidarla y honrarla.
Cuando alguien quiera
robar tu paz con provocaciones verbales o agresividad, el camino más corto
sería enganchar en su juego y responderle de la misma manera. Pero si caminas
por la senda espiritual es porque no permites que sea el ego quien comande tus
acciones y le das esa responsabilidad a la esencia… pues desde el espíritu
debes comprender que la otra persona no te está atacando a ti sino que a sus
propios demonios internos que proyecta en ti.
Mantenernos en armonía es
siempre un trabajo de voluntad porque debemos poner conciencia en lograrlo. Se
dice que el Cielo no es gratis porque para ganarlo hay que trabajar en ello. El Cielo es ese estado de conciencia donde
nada de lo que sucede externamente puede alterarte porque comprendes que es
ajeno a ti…
Conquistar ese Cielo es
una tarea común entre todos los seres humanos… Hay quienes llegan a él
rápidamente así como otros se desvían del camino muchas veces retrasando su
llegada y deteniendo su crecimiento espiritual.
Muchos –la mayoría– se
altera por lo que sucede afuera. Ya sea que llueva o haga calor o el jefe está
de mal humor o los niños peleen todo el tiempo dentro de la casa, o la vecina le diga malas palabras, hacen que de eso dependan sus estados de
ánimo… Ellos están viviendo a través del ego y ese señor no deja pasar una:
siempre está en competencia, porque necesita demostrar cosas; busca los caminos
más cortos para sobresalir; siempre quiere más y más porque vive en el
paradigma de la cantidad y no de la calidad, y su vida es una constante
búsqueda de nuevas maneras de consumir esa ansiedad que le carcome y eso lo
vuelve muy vulnerable y también muy frustrado.
El aprendizaje terreno se hace a través del alma y por eso ponemos toda la intención en vivir desde
dentro y no desde lo externo… pero se hace difícil porque en todo momento somos
bombardeados desde afuera para sacarnos de nuestro centro. Son las pruebas de
este aprendizaje.
Conservar la armonía no es
reprimir la ira, el enojo o la frustración, es simplemente no llegar a
sintonizar con esas bajas vibraciones por el solo hecho de que tú vibras en
tonalidades más altas y todo lo que provenga desde abajo no serás capaz de
verlo o apreciarlo porque tu mirada está puesta en lo alto.
Quienes intentan sacarte
de tu centro no comprenderán tu accionar. Dirán que estás loco, o buscarán
otros medios para fastidiarte, pero tú no estarás en capacidad de enganchar con
esas energías porque solo puedes atraer a tu vida lo que vibre en sintonía
contigo… Recuerda que “lo similar atrae lo similar”… y si mantienes tu mente
ocupada con pensamientos puros y tu corazón repleto de sentimientos de amor,
compasión y alegría todo lo que sea ajeno a esas altas frecuencias no tendrá el
poder de alcanzarte…
Es así de simple…
Para proteger tu armonía y
tu paz interior solo tienes que mantenerte sintonizado con tu corazón… desde
allí brotan los más hermosos sentimientos… si vives desde la mente (ego) será
muy fácil para ti sintonizar con las bajas frecuencias de cualquier
provocación…
Ante palabras o gestos de
discordia tú respira muy hondo… desconéctate de esa frecuencia repitiendo “mi mundo interior está lleno de amor y paz y
nada que venga del exterior puede alterarlo…” y tú sigue creciendo…
avanzando e iluminando…
Recuerda que el camino
espiritual se hace desde el interior y mientras lo andas no dejes de reír, cantar y jugar…
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