Estamos dejando atrás una era gobernada por un sistema mecanicista que
privilegió la razón y nos hizo olvidar que somos células de un gran cuerpo
llamado humanidad y que debemos trabajar en conjunto para poder avanzar porque
la evolución es también un tema conjunto.
Es esta mente -ego- o sistema quien se ha encargado de crear separación
porque nos convence de que somos los únicos especiales habitando el planeta y
como todos creen lo mismo, se ha creado una separación de Dios, de los otros,
de la naturaleza, del Universo… Esta separación nos mantiene centrados en el
miedo, lo que nos obliga a estar en una constante búsqueda de eso que llamamos
“estabilidad” y es así que llevamos una vida rindiendo servicio al ego… una vida
que no nos hace felices, pero nos mantiene en esa ilusión de “seguridad”,
además de hacernos parte de una sociedad que premia el egoísmo, la competitividad,
la indiferencia por el otro y por el planeta, la envidia, la avaricia, el éxito
y las trampas para alcanzarlo…
Ahora es tiempo de desarrollar la verdadera individualidad, de encontrar
esa parte única –y verdaderamente especial– que todos tenemos y para ellos se
hace necesario el mirar hacia adentro para conocernos y descubrir todos esos
dones que son nuestro equipaje en el viaje por esta vida y que nos fueron
regalados para que cumpliéramos nuestra verdadera misión en la Tierra.
Es cierto que reina la insatisfacción en el planeta, pero es la única
manera que tiene la vida de llevarnos hacia lo distinto. Esto me recuerda la
historia de un pequeño pájaro que había creado su nido en un árbol ya seco y
ahí vivía solitario y triste, hasta que un día una ráfaga de viento derribó su
árbol y debió volar lejos encontrando un bosque hermoso, lleno de árboles y frutas
y muchos amigos pájaros… y así estamos nosotros, siendo víctimas de esta ráfaga
de viento que nos obliga a buscar lo verdaderamente hermoso que nos da la vida…
Somos todos viajeros en esta experiencia llamada vida, que no resulta siempre
placentero, pero una vez lleguemos a destino conoceremos la plenitud y la
alegría.
La conexión con el alma nos permite vivir en la energía del amor y
recordar la unidad. Esa unidad hace
consciente dentro de cada uno que mi alegría es también la tuya, que tu éxito
es el mío, que tu ascensión es mía, que mi tristeza es tuya y que no podemos
seguir indiferentes a lo que le pasa al resto. El hambre de África es nuestra
responsabilidad, así como la discriminación que viven algunos grupos llamados
“minorías” y también el dolor que lleva cada ser es nuestro.
Hacer conexión con el alma es primero desconectarte de todo ese ruido
externo para sentir el silencio y ahí recién podemos escuchar el murmullo del
alma…
La meditación es siempre una gran ayuda para limpiarnos de todo ese trabajo
mental que nos mantiene tan ocupados y distraídos, que somos incapaces de
conectar con lo que nos rodea… pero cuando establecemos este vínculo con el
alma los miedos desaparecen porque toda la ilusión de separación reside en la
personalidad –ego– que hemos creado para sobrevivir en esta construcción social
que a nadie parece gustar mucho, pero del que seguimos siendo parte, impulsados
por ese miedo… Cuando quedas a solas con tu Ser, recuerdas la unión que tienes
con la Tierra, con el árbol, con la luna, con tu perro, con los otros humanos
del planeta… y vuelves a ser UNO con todo y recuerdas POR QUÉ y PARA QUÉ estás
aquí…
No temas buscar mejores árboles… La vida te lo está pidiendo y por eso ha
derribado ese tronco ya seco… Solo conecta con tu SER interno y los temores desaparecerán,
porque el alma sabe… tu alma conoce el destino que has elegido y hacia allá te
impulsa… mantente conectado y nunca olvides que TODOS SOMOS UNO…
Me®
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