Quizás la caracterísctica que más me atrae y con la que sintonizo en
las personas es su alegría, pero no esa falsa o efímera alegría del chiste y la
risotada, sino quienes parecen vivir en un estado de felicidad constante y podemos
sentir las bellas vibraciones que emanan de su Ser…
Uno de los indicadores de que una persona ha alcanzado un alto nivel
de conciencia es su serena alegría. Alguien que está contento con la vida que
tiene, que da gracias continuamente y ha abandonado la queja solo puede estar
viviendo bajo el ala de la abundancia y eso le genera alegría.
Una persona triste, amargada, descontenta con su vida no puede
sintonizar con lo más elevado del Ser, por eso se mantiene vibrando en bajas
tonalidades y hace de la queja y la rabia una constante que no le deja ver
posibilidades de sanar su vida…
En mi adolescencia, me dijo una monjita –y ella a pesar de ser
religiosa era una iluminada– que el indicador de una persona altamente
espiritual era su alegría, pero una alegría real, que brote del corazón… no
confundir con mantener siempre una sonrisa en el rostro… Años más tarde casi
esas mismas palabras usó un maestro para definir a un ser “conectado” o
espiritual… Y es que la alegría es la manifestación externa de la paz que habita
en el corazón, del amor que llevas dentro, de la gratitud que sientes por el
Universo, de la aceptación de los sucesos de tu vida, de la compasión que te
une a todos los seres de la Creación, del respeto por ti mismo y por los demás…
Una persona alegre tiene apertura del corazón. Es capaz de aceptar a
los demás, de tolerarlos, de comprenderlos. No necesita estar riendo todo el
tiempo sino que valora el canto de los pajaros, la nieve de la montaña, el sol
reflejado en la espuma de las olas, el llanto de un bebé… No pierde su
capacidad de asombro y no la escucharemos quejarse ni molestar a otros.
Y es que la alegría te eleva… imposible que algo nos afecte o
sentirnos mal cuando vibramos en gozo y júbilo…
A veces creemos que tenemos que sentarnos a mirar esas horribles
películas de humor holiwodense en en donde el protagonista hace estúpidas payasadas con el único afán de hacernos reir, para encontrar alegría. Pero esa es
precisamente la falsa alegría, esos momentos que te hacen evadir tu realidad… y
nada más… Se acaba la película y se acaban las sonrisas…
Insisto en que sonrisas no son sinónimos de alegría. La sonrisa es una
demostración externa que no necesariamente es el reflejo de algo interior… la alegría es un estado del ser y
proviene de la conexión con el espíritu.
Una persona consciente de su luz interior no tiene motivos para estar
triste o sentirse solo. Sabe que siempre está acompañado de su espíritu, que la
abundancia del Universo brota a raudales de si mismo, que el Universo es su
cómplice y siempre está conspirando a su favor… que confía en que todos los
acontecimientos de la vida obedecen a decretos superiores que quizás no alcance
a comprender, pero siempre serán para mayor desarrollo y crecimiento interior…
Y vale la pena integrar la alegría a nuestras vidas. Pero no una
apariencia de contento, sino una alegría sincera, que nace del alma y que no
necesita reir ni llorar para mostrarse… Una serena alegría de estar aquí y
ahora vivenciando la maravilla de la existencia humana.
Y bueno… ya conocen la razón de mi alegría… ;)
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