Ayer fui al
teatro con la intención de ver Agosto, pero no había entradas y sin muchas
ganas opté por ver Divergente quedando gratamente sorprendida, no solo por mimar
mis sentidos viendo al guapérrimo Cuatro, sino porque me sentí plenamente
identificada con la trama y creo que a muchos puede pasarle igual.
Sí, creo que todos somos,
en mayor o menor medida, divergentes de esta sociedad. La mayoría acepta el
rótulo que el colectivo les ofrece y se encasillan en el grupo de los buenos
(Buenitos Jones les llamo yo), los rebeldes, los idealistas, los arribistas,
los resignados, los espirituales, los bellos, los feos, los afortunados, los
inteligentes, los divertidos… etc, y hacen todo lo posible por ajustarse a ese
molde y he visto a mucha gente llorar en mi consulta porque se sienten presos
de esa clasificación en la que ellos mismos se han metido, cuando en realidad todos
podemos pertenecer a mas de una de esas facciones.
Desde niña me llamó la
atención que la gente se sorprendiera conmigo porque me encuadraban en ciertos
grupos y mis palabras o acciones podían no encajar en lo que ellos esperaban de
mi. Las madres de mis compañeras me clasificaban en el grupo de las mateas
(estudiosas) y no les gustaba que yo fuera tan alegre y bulliciosa cuando las visitaba…
las monjitas del colegio se agarraban la cabeza a dos manos cuando yo defendía
con pasión mis ideas o las de mi grupo de amigas porque me tenían muy metida en
el grupo de las sumisas… y después me pasó con mis pretendiente. A ellos les
gustaba mi formalidad, y cuando salía la espontánea irreverente huían
despavoridos… Si, siempre me sentí una divergente porque encasillarme en algún
grupo significaba reducirme, traicionarme… además me resultaba tan improbable
como debe ser para el agua dejar de fluir… si hasta me era imposible dar
un beso sin sentirlo y cuando llegaba la tía mala (en todas las familias hay
una) yo le ofrecía mi mejilla, exasperando a mi madre y a ella misma, quién prometía
desheredarme si no la besaba.
Una gran parte de las
depresiones que sufren las personas, provienen de ese temor a mostrarse tal
cual son. Desde niños te ponen una marca y, con la intención de agradar a los
padres y maestros tú tratas de ser lo más fiel posible a ella y no caes en
cuenta de que así puedes estar yendo contra tu propia naturaleza.
Crecemos dentro de ese
marco que nos han delimitado y cualquier gesto de salirnos de él trae la
recriminación familiar o social y hasta religiosa. Pocos tenemos el valor de
salir del cuadrado que nos han trazado y sufrir el costo de ello. Pero la vida
es generosa y siempre premia a quienes son fieles a su esencia y ahora la
tortilla se está dando vuelta porque muchos están rompiendo el encuadre en que
estuvieron metidos y se la están jugando por la honestidad –palabra clave de
estos tiempos– y aceptan que pueden pertenecer a más de una clasificación.
Al salir del teatro, mi
acompañante me preguntó ¿Si tuvieras que optar por una facción en cual te
quedarías? Le respondí sin pensarlo: en todas y ninguna porque soy todo
eso y mas… Soy una divergente …
¡todo el rato! ;)
Me®
Si reenvias este texto, respeta el trabajo de la autora, no elimines ni cambies su nombre ni el texto. Cita la fuente correctamente. Se consciente de tu ética espiritual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario