Siendo adolescente
conversaba con una amiga que tenía una de estas madres amorosas, que le hacía
panecillos dulces y los envolvía en servilletas de tela para que los llevara al
cole y los comiera en la merienda… que planchaba delicadamente su ropa… que
dormían abrazadas… y un día me sorprendió muchísimo diciéndome: que daría yo por tener una madre como la
tuya –mía– porque podría hacer
cualquier cosa y a ella no le importaría… con mi madre no puedo hacer nada malo
porque la lastimo, ella sufre así que tengo que andar siempre por el buen
camino… Y me dejó pensando… La verdad es que me parecía terrible que ella
pensara que tanto amor y dedicación era una cárcel… pero ahora comprendo que si
lo es… al menos para mi.
Muchas personas me han
escrito desde que publiqué una nota sobre mi madre, hace ya varios años,
pensando las peores cosas de mi madre… y la verdad es que mi madre no me
golpeaba, no me maltrató, ella simplemente me ignoró hasta como a los 12 años,
cuando me gané una beca para estudiar en un colegio, digamos importante… y me
sacó de los brazos de mi abuela para llevarme con ella… y la odié por ello… Sabía que no lo hacía por
amor sino porque había cierto interés de por medio…
Mi madre no era una
villana, solo que no nació para ser madre, pero fue educada para tener hijos
porque en su tiempo se creía que esa era la única forma de realizarse que tenía
una mujer… Ella apenas sabía cuidar de si misma y poco podía cuidar de
nosotros…
Mi madre era como una
adolescente, vibraba con las mismas cosas que mis hermanas y era fanática de
Camilo Sesto, acompañaba a mis hermanas a fiestas, y casi usaban la misma ropa…
Yo la calificaba como una mujer frívola, vivía preocupada de cremas, del
maquillaje, de la ropa y leyendo el último número de revista Vanidades… Para
ella tener una hija que gustaba de leer y estudiar fue un verdadero castigo
porque no teníamos tema en común… veíamos el mundo de distinto color y
disentíamos casi en todo… Con mis dos hermanas mayores enganchaban muy bien ya
que las tres tenían sus Lunas en aire y cotorreaban todo el día de música,
bailes, fiestas, chicos…
Por muchos años la juzgué
de “mala madre” y cuando tuve ocasión de hacer terapia para sanar esa relación,
la terapeuta me dijo que nosotros habíamos firmado un contrato en donde ella me
ignoraría para así yo poder sacar toda mi fuerza sin tener que depender de
nadie… La verdad no lo creía mucho –era en mi época más pragmática– así que al
tiempo, visité a otro terapeuta, en otro país y me dijo casi lo mismo: Ambas se eligieron para crecer juntas en
cada personaje que representaron… No se imaginan la paz que sentí cuando
supe que era nuestro acuerdo… Lo pactamos así y no era culpable de su desamor…
Ese día marcó un antes y un después en mi vida… Desterré las culpas y empecé a
maternarme yo misma.
He comprendido que mi madre era exactamente lo que yo necesitaba para ser lo que ahora soy... Teníamos un acuerdo de almas y lo cumplimos a cabalidad... Ella fue mi Maestra... la mejor de todas... la más exigente...
Ahora veo que el arquetipo de madre es solo eso… Las madres son personas muy distintas unas de
otras… Todas viven el amor y lo entregan de maneras muy diferentes. La madre de
Laura Ingalls es solo un estereotipo de madre, porque tipos de madres hay
muchos…
Feliz día a todas las
madres!
En Amor y Conciencia.
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