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miércoles, 15 de enero de 2014

Cuando el Alma llora…


El cuerpo es el mensajero del Alma y cuando no lo escuchamos nos empieza a gritar, a veces muy fuerte, para que le prestemos atención… Y esos gemidos del alma son lo que conocemos como enfermedad.

Hace algún tiempo escribí un post explicando como el cuerpo expresa las quejas del alma y como cada dolencia es un reflejo físico de nuestras emociones o pensamientos. Cada síntoma es un mensaje del alma que nos avisa que nos hemos alejado del camino o estamos ofreciendo resistencia al propósito de nuestra vida.

Quienes trabajan con la Sanación Holística saben que somos la unidad mente-cuerpo-alma-espíritu y que todo está interconectado. Es por eso que  cualquier proceso que vivenciemos se manifiesta en todos los planos y lo que no vivimos en la conciencia, el cuerpo lo vivirá como enfermedad, tristeza o depresión… Y mi alma está llorando a través un resfrío que ya cumplió 3 semanas.

Sabemos que los resfriados son una inflamación de la mucosa nasal y podemos vivirla con estornudos, tos, nariz y ojos irritados. En mi caso son todos los síntomas unidos a una perdida parcial de la voz…

Cuando tenemos dificultades con la adaptación social, cuando queremos estar solos o aislarnos y no lo hacemos por voluntad, el alma le exige al cuerpo –por medio de un resfrío o catarro– que te obligue a hacer un retiro con la excusa perfecta para mantenerse alejados del entorno por unos días.

El resfriado también es el encargado de liberarnos de pequeñas dosis de tristeza que hemos ido acumulando hasta convertirlas en una gran cantidad porque no nos atrevemos a hacer el duelo por las perdidas, porque hay cosas más importantes que detenernos a llorar por una decepción o simplemente porque las exigencias de la vida nos impiden parar unos momentos y hacer consciente que estamos tristes, que hemos perdido esa conexión con el interior y sobre todo porque no nos damos autorización para llorar y vivir la pena, el dolor, la rabia o la frustración.

Cuando empezamos a sentir que algo huele mal la mucosa nasal se activa para impedirnos sentir lo que no queremos oler que puede ser un conflicto o relación tensa con otras personas. El alma nos priva del olfato para que así tengamos una menor distracción con el afuera y centrarnos en nosotros.
Al tener los ojos irritados podemos darnos el permiso de llorar libremente porque ante la pregunta: ¿Por qué lloras? Respondemos: Es que estoy resfriada y todos se comportan de manera más comprensiva y benevolente con uno…
Cuando la ronquera te impide hablar el cuerpo te está pidiendo que no gastes tu energía, que la cuides y te deja sin habla para que hagas el trabajo solitario de reunir energía.
La tos es un gran cartel de stop para los demás que dice: no te me acerques, mantente lejos… Y así, con todos estos síntomas el cuerpo pide atención, descanso y soledad para poder meditar, reflexionar y –¿Por qué no?– Llorar…
¡Que Sabios son el Cuerpo y el Alma y que complicidad tienen entre si! disminuyen las exigencias externas y podemos irnos hacia el interior sin culpas de abandonar lo que dejamos afuera que siempre es la familia, la pareja, los amigos, los deberes, el ego…

La verdad es que recién me doy cuenta de que nunca me he permitido vivir mis duelos… Mi ego capricorniano me tiene convencida de que soy un pilar para los demás y que si caigo, todo se desmorona… y en realidad es un poco así, pero una vez pasada la crisis del dolor familiar, podría hacer que alguien me relevara como pilar para vivir el duelo a concho… Tampoco he vivido mis grandes decepciones porque siempre me estoy cuestionando si son los demás los que me decepcionan o soy yo quien pone muy altas expectativas… Lloro mucho, pero por tonteritas… Por las cosas realmente importantes como la muerte, la separación, la traición, los dolores de mis seres queridos, me shokeo y es como si el dolor me anestesiara y sigo funcionando en piloto automático hasta que pasa la impresión y luego sigo con mi vida, pero no me detengo a hacer la pataleta…

Y eso es lo que estoy haciendo hoy… me di permiso una semana para hacer el gran berrinche de mi vida para poder renacer… Y es que solo así puedo hacer consciente que tengo derecho a sentir pena…
Estamos iniciando un ciclo… Toca renacer a lo nuevo y no podemos seguir arrastrando viejas energías de cosas inconclusas… Hay que terminar… vaciar los cajones de recuerdos, rencores, iras, fracasos, decepciones… y estoy cerrando, concluyendo y dejando mis brazos vacíos de pesadas cargas para poder abrirlos a recibir lo nuevo…

Y ya estoy quedando limpia… he recuperado la voz y la irritación de nariz y ojos disminuye… pero lo principal es que siento como si hubiesen quitado un muro delante de mi… Siento que se abren nuevos caminos, siento como fluyen las energías…
Me he reconciliado con mi alma y con mi cuerpo…  Ahora si que estoy lista para renacer…

En Amor y Conciencia…

Me® 

 Si reenvias este texto, respeta el trabajo de la autora, no elimines ni cambies su nombre ni el texto. Cita la fuente correctamente. Se consciente de tu ética espiritual.

martes, 9 de junio de 2009

Enfermedad: Las quejas del Alma



Toda enfermedad, en su sentido más amplio, está manifestando una desarmonía de tu alma. El cuerpo y la mente son el instrumento por donde manifestamos el alma y si ésta sufre y el ego se resiste a aceptarlo tu cuerpo o tu mente enfermarán.

Pero ¿Qué es una enfermedad del alma? Aunque no lo crean, en la actualidad es la más común de las enfermedades ya que la sociedad nos obliga a comportarnos de un determinado modo y no nos deja SER y tenemos ahí apretujada al alma dentro del cuerpo y al espíritu dentro del corazón, pero silenciados… El alma quiere salir ya que necesita ser libre, recorrer descalza la ciudad, con el cabello al viento y sin mirar el reloj… El alma está ansiosa por vivir y tú no la dejas… Tu alma es la que adquirió un contrato al venir a esta vida para vivir intensamente y con ello permitirle la evolución a tu espíritu… El alma pertenece a la naturaleza y al no poder entregarse a la experiencia se entristece profundamente y hace que tu cuerpo pierda vitalidad y lo manifiesta como una dolencia… Esas profundas depresiones que vivimos son cuando el alma enferma de tristeza al ser prisionera de nuestro ego que no le permite expresarse a través del corazón… Vivimos ocultando nuestro sentimientos por temor a parecer ridículos, anticuados, o fuera de lugar. Y así es como nos “tragamos” el miedo, la pena, el amor y el desamor, la rabia, los celos, y vamos escondiendo tanto las emociones negativas como positivas… El miedo es una enfermedad del alma, la culpa, la soledad, la obsesión… Son todas enfermedades de tu alma que tu cuerpo manifiesta como, ansiedad, rabietas o depresión.

La medicina alópata tradicional acostumbra a calmar los síntomas de la enfermedad (dolor, angustia, fiebre, tos, etc) con medicamentos, más que buscar las razones por las que se originó esa desarmonía manifestada en el cuerpo. Calmando el dolor la persona olvida lo que su alma reclama a través del cuerpo y es así como se van acumulando las quejas del alma hasta que el cuerpo ya no da más y lanza un alarido estrepitoso para que le prestemos atención…

Nuestro cuerpo es muy sabio y nos habla constantemente pero no sabemos escucharlo.

Una enfermedad es una oportunidad para detenernos, hacer un stop en la vida y tomar un descanso que lleve a reflexionar: ¿Estamos bien encaminados? Hacia dónde estoy conduciendo mi vida? Es esta la vida que yo soñé?
Siempre, siempre estás en posibilidad de volver a empezar… Nunca, nunca hemos fracasado… 

No enfermes a tu cuerpo… Libera a tu alma y saca a tu espíritu del closet, no temas decir: soy espiritual, pero sobre todo no temas a ser espiritual de verdad y vivir la vida intensamente porque en la evolución del alma nunca menos es más… Todo suma y cada experiencia adquirida le agrega unidades de luz al espíritu… Y a mayor luminosidad nuestra mayor es nuestra capacidad de amar, de disfrutar la vida y de mantenernos sanos.

Abre los sentidos para poder ver los guiños que te hace el alma y a escuchar sus susurros y lamentos…
Dale espacio a tu alma para que se exprese a través de su vocero oficial: el cuerpo…

Me®

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