Cuando pensamos en el cielo no podemos evitar creer que es el espacio que
tenemos sobre nuestras cabezas. Los que somos de tradición judeocristiana hemos
creído que ahí habitaba Dios con toda su corte celestial… Me gusta mucho que en
el idioma inglés existan dos palabras para describir a cielo: sky para
ese azul infinito que está por encima de nosotros y heaven para la residencia
de Dios y los Ángeles.
Aún descubro con sorpresa que hay muchas personas que siguen teniendo esa
imagen romanticona de los que es el Cielo y no los culpo ya que siempre nos han
enseñado que las cosas importantes de la vida como el amor, Dios, los ángeles,
el cielo, están allá afuera…
La verdad es que el cielo existe, pero no como lo concebimos en nuestra
experiencia tridimensional… El cielo existe aquí, dentro de nosotros. Es un
estado al que todos podemos acceder tan solo deseándolo y peleando contra
nuestras miserias cada día.
Cielo significa felicidad y no es un lugar físico sino un estado al que
debemos llegar. Alcanzar el cielo es trabajar bastante duro en ir quitándonos
todas esas capas con que nos cubrimos para ocultar nuestra esencia y volver a
ser tan puros como los niños y así acceder a esa promesa que nos dice que: “Para
entrar al cielo tienes que ser un niño”. Solo seremos capaces de ver el cielo con los ojos de un niño, con
esa mirada inocente que es capaz de sorprenderse todos los días…
Como cuenta la leyenda que habitábamos en el paraíso hasta que fuimos
tentados por aquella serpiente que nos convenció de que había que buscar las
cosas valiosas allá afuera y nos fuimos alejando de nuestro ser… perdimos la
conexión con nuestra divinidad que era la que nos mantenía en ese estado de
plenitud que todos añoramos… perdimos el Cielo y ahora debemos recuperarlo y en
eso consiste nuestra lucha diaria…
El Cielo es un estado de conciencia. Es quizás lo más alto que
podemos alcanzar desde nuestra visión tridimensional y lo podemos encontrar a
ratos: vivir pequeños momentos de plenitud, o quedarnos a vivir allí para
siempre.
El cielo no se toma por asalto. No está a la venta y tampoco está parcelado
para que se adquiera a cambio de indulgencias de ninguna cabeza de religión. El
Cielo se gana. Al cielo llegamos como a la cima de una montaña luego de andar
por caminos escabrosos, escalar por ásperas rocas y haber lidiado con
dificultades respiratorias, de presión y de altura, alcanzamos la tan soñada
cima y plantamos la bandera… Es nuestra mayor conquista.
No esperes a morir para arribar al cielo porque puedes vivirlo acá en la tierra…
claro que no es gratis. Derramarás unas cuantas lágrimas mientras te vas
desapegando de todo lo que te ata a la Tierra, pero una vez que lo hayas
conquistado no puedo prometerte que no volverás a llorar… pero llorarás de
alegría…
Me®
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