Todos llevamos la semilla de la
excelencia dentro del corazón y hay que encontrar el terreno perfecto para
hacerla germinar.
De pronto pregunto a algunas personas
¿Cómo eres en lo que estás haciendo? Y para mi sorpresa responden “ – y… más o
menos, yo diría que mediocre…” y los quedo mirando: ¿Y tú te permites ser un
mediocre?
Crecí junto a mi abuela que –quizás
porque tenía su Luna en Capricornio– me decía constantemente: “Solo hay una
forma de hacer las cosas y es excelente…” y fui criada en ambientes donde cada
persona entregaba lo mejor de si en cualquier orden de cosas.
Recuerdo que mi madre tenía una amiga
que no les exigía a sus hijos en nada. Los dejaba que se durmieran a la hora
que quisieran. A veces se iban a la cama a las 4 de la mañana y debían ir al
colegio a las 8 AM por lo que faltaban mucho a clases y ella les pedía que
fueran el tiempo aceptable para no repetir el año y que llegaran con la mínima
nota azul (4) para pasar de curso… Y en todo orden de cosas ella les exigió el
mínimo, lo aceptable… y salieron del colegio pasados los 20 años, se
matricularon en muchas carreras y todo lo dejaron porque aprendieron a dar el
mínimo de si mismos y carecen totalmente de voluntad…
Un verano en que mi madre los invitó
a la playa, la convivencia fue difícil ya que ellos, habituados a dormirse de
madrugada, se quedaban jugando naipes, gritando hasta la hora en que nosotros
nos levantábamos ellos se iban a acostar… Mientras nosotros nos repartíamos los
deberes y ordenábamos la casa, sacábamos la basura, preparábamos los alimentos
y cuidábamos del jardín, ellos dormían plácidos y una vez que a mi hermana se
le ocurrió pedirles ayuda ellos reaccionaron mal.
Alguna vez escuché a la tía Marisol,
quejarse con mi madre porque sus hijos eran desconsiderados, porque hijo no
lograba trabajar en ninguna parte… su hija no atendía bien a sus pequeños e
incluso dejó morir a los perros de hambre y sed cuando ella se fue de viaje…
Ella dijo: “Yo no los crié para esto” y que ganas tuve yo de entrar en la
conversación y decirle: “Claro que si, los criaste para la mediocridad, para
dar el mínimo” pero a mis 15 años me hubiera llevado una reprimenda de mi
madre…
Ya desde pequeña podía notar cuando
las personas daban el máximo de si mismos en cualquier cosa… En el cole la
mayoría optaba por trabajar lo justo para obtener la nota deseada, yo siempre
quise investigar más, dominar mi ponencia y la verdad que más que por la
calificación quería aprender, saber de que estaba hablando y no repetir como
una lora…
He escuchado a muchas personas
proclamar ser lo mejores en algo solo porque hicieron un master en… pero en la
práctica se nota la mediocridad…
Excelencia es poner lo mejor de ti en
cada cosa que hagas. No importa si trabajas para una multinacional, si vendes
en una tienda, decoras un salón de eventos o preparas la comida para tu
familia, puedes hacerlo en total conciencia, vibrando en alegría y confianza y
haciéndolo como solo tú podrías hacerlo… dejando tu sello… poniendo el corazón.
Ser excelente en lo que haces no
depende del resultado ni de la opinión de los demás. Es tu forma de darlo todo.
Es ser consciente de que en esa obra que realizas estás entregando lo mejor.
A veces hago cosas con resultados
para nada excelentes (todo lo relacionado con el frontal izquierdo del cerebro)
y no me siento menos que quienes obtienen resultados óptimos… Yo di lo mejor en
eso como lo doy en cada cosa que hago.
Todos vinimos dotados de excelencia
en nuestro ADN pero nuestra mente ha deformado esa capacidad por ese miedo a la
grandeza que hemos adquirido.
Todos, absolutamente todos llevamos
dentro el germen de la grandeza… Somos seres divinos, eso nos vuelve enormes,
gigantes… Entonces ¿Por qué seguir siendo mediocres?
Así que proponte desde hoy darlo todo…
poner el alma en cada cosa que haces y disfrutar del proceso sin pensar en el
resultado… Así estás dando excelencia e todas tus creaciones…
Pues desde ya te deseo una vida
colmada de excelencia en todo lo que pienses, digas y hagas…
Si reenvías este texto, respeta el trabajo de la autora, no elimines ni cambies su nombre ni el texto. Cita la fuente correctamente. Se consciente de tu ética espiritual.
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