Una hoja ocre-rojizo, casi
burdeos, cae lentamente de las ramas casi desnudas del Liquidámbar y la veo
ahí, tirada en la vereda, encontrándose con sus hermanas que cayeron un poco
antes… ella no opuso resistencia cuando el viento pasó implacable y la soltó de
la rama a la que estaba unida… simplemente se entregó a su destino y cayó lenta
y silenciosamente como si supiera que tenía una espectadora de su danza de
entrega y confianza… y llegó hasta mi pies para quedarse así, inmóvil… y absolutamente
bella.
Y pensé en como nos cuesta
soltarnos de cualquier rama… a veces esa rama es un trabajo, nuestra madre, la
pareja, los hijos, las ideas, las costumbre, los prejuicios, hábitos, amistades,
recuerdos, rencores… y se cumple el ciclo de tiempo que debíamos estar en ese
trabajo, o con esa pareja o nuestros hijos crecen y la vida cambia y nosotros
seguimos aferrados a eso que ya murió… y nos enfermamos, entristecemos, la vida
se torna difícil y nos resignamos a ese destino sin ser capaces de soltar la
rama para dejarnos caer y dar paso a lo nuevo…
Y contemplo emocionada a esa
hoja ahí, junto a mis pies y la honro como mi maestra porque me eligió para
darme esta lección… Sí, ya se que no falta quien diga ¡Pero como, si es tan
solo una hoja! Una hoja… una hoja que tuvo el valor de cumplir su ciclo y
soltar la rama.. una hoja que se entregó a ese pacto que tenía con el Universo…
una hoja que se abrió a lo nuevo y confió… una hoja que se despidió de su rama
protectora y danzó con el viento para conocer la frialdad del pavimento… Motivos
me sobran para honrar a esta hoja… y pienso en lo bello que es dejarse caer
cuando dentro nuestro habita la confianza de que somos sostenidos por una
fuerza superior… eso es entregarse confiado a los brazos de ese creador que un
día nos envió a la Tierra para que ayudáramos a su desarrollo y luego de
realizar la tarea regresáramos a sus regazo amoroso.
Y pensar que nos perdemos
tantas cosas por seguir aferrados a una rama seca y vacía… Lo nuevo nunca
llegará a nosotros mientras no soltemos lo viejo… debemos quedar con las manos
libres para recibir y las tenemos ocupadas en aferrarnos.
Y aunque se que cuesta
lanzarse al vacío porque estamos acostumbrados al sueño de “la estabilidad” yo
decido dejarme caer también como me enseñó mi maestra hoja… y en eso estoy…
dejándome caer y confiando en que el Universo me sostiene…
Y ahí voy…
Me®
Si reenvias este texto, respeta el trabajo de la autora, no elimines ni cambies su nombre ni el texto. Cita la fuente correctamente. Se consciente de tu ética espiritual.
Hermoso mensaje, me ha encantado, felicitaciones Mer por escribir algo tan lindo y con tanto sentido.
ResponderEliminarPilar
En el momento preciso! Gracias !
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