Entrar en contacto con el alma es la tarea más fácil
que se nos ha dado, pero hemos perdido la práctica y por eso nos parece
difícil. Cada mañana, al despertar, un momento antes de entrar en contacto con
el mundo exterior, puedes escuchar claramente las expresiones del alma. Es ahí
cuando las puertas de la razón no se han abierto del todo y en ese momento eres
más fiel a ti mismo.
La voz de tu alma es tan sutil que se manifiesta como
un leve susurro o una intuición. Cuando tenemos unas de aquellas llamadas
“tincadas” es nuestra alma que nos está señalando el camino pero, generalmente no
le prestamos atención, racionalizamos esa intuición y decidimos no hacerle caso
porque escapa a toda lógica y luego nos arrepentimos porque nos damos cuenta de
que por ahí era… esa era la senda a seguir.
La voz del alma se le conoce también como la voz del
corazón porque es a través de él que se manifiesta –presentimientos– y si
sientes el irrefrenable deseo de hacer o no hacer algo pues hazle caso porque será
algo importante. El alma nos habla como los niños, sin adornos ni estilos…
simple y llanamente… y por eso no le prestamos atención, porque nos hemos
acostumbrado a lo excesivamente elaborado.
El alma puede ser tu fuente de inspiración. Cuando
escribo siento que solo soy el canal de mi alma quien me susurra cada palabra y
sé que es ella quien me guía porque experimento una profunda paz y una serena
alegría.
Nunca he sido una persona racional o analítica, toda
mi vida ha sido seguir mis corazonadas y debo reconocer que los más grandes
errores que he cometido han sido por escuchar a la razón –de otras personas porque,
como he dicho, no soy una persona racional– y por eso aprendí que debo
mantenerme conectada al alma aunque todo el mundo se oponga y digan que la
cordura es usar la cabeza para tomar decisiones y que es de locos escuchar al
corazón… yo prefiero estar loca.
El alma está conectada por filamentos invisibles a
todo el Universo y por eso podemos sentir el alma de las flores, de las aves,
del aire, el agua, el fuego y la tierra… Muchas veces una emoción profunda nos
invade al contemplar un amanecer, o a tu perro jugando, o la lluvia caer… y nos
sentimos tan parte del todo que esa conexión baja las barreras de ego y podemos
Ser simplemente almas conectadas.
El alma también suele hablarnos en sueños… cuando no
hacemos el silencio necesario para poder escucharla ella nos envía sutiles
mensajes oníricos que no siempre estamos en capacidad de descifrar. Muchas
veces descubrimos esos mensajes después de un largo tiempo… y es porque no
vamos atentos a lo que nos dice nuestro interior. Puedes probar a dejar una
libreta en tu mesita de noche para anotar nada más despiertes algún sueño que
más tarde, con el tiempo, puedas llegar a descifrar y te sorprenderás de la
claridad del mansaje que te entrega.
Podemos un día hacer una cita con el alma y
presentarnos ante ella con la seria intención de escucharla… a esa cita le
llamamos meditación.
Preparamos un espacio de mucha calma. Ponemos música y
aromas suaves que invitan al relax y nos sentamos en una posición lo más cómoda
posible… lentamente vamos vaciando la mente de pensamientos e invitamos al
alma… le decimos: Alma mía ven y háblame… y escucharás lo que ella tiene para
decirte… A veces son sensaciones… a veces incontrolables deseos de llorar… incluso
puedes quedarte dormido porque el alma sabe que necesitas la paz del sueño…
También puedes tener fuertes presentimientos o corazonadas que debes escuchar…
o venga a tu mente alguna situación específica que debas sanar… En ese estado
de relajación podría venirte a la mente una persona en especial y quizás debas
conectarte con ella porque será la portadora del mensaje que el alma tiene para
ti.
Los lenguajes que usa el alma para hablarte son
innumerables y por eso es bueno mantenerse atentos: Bien despiertos para escuchar
su voz porque tiene tanto grados y tonalidades que podrías confundirte…
Desde ahora, recuerda, al menos una vez al día hacer contacto con tu alma para no perder el diálogo con ella que, aunque no la
escuches, ella sigue susurrándote sus mensajes.
Si reenvías este texto, respeta el trabajo de la autora, no elimines ni cambies su nombre ni el texto. Cita la fuente correctamente. Se consciente de tu ética espiritual.
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