lunes, 30 de noviembre de 2009

Divino Maestro Jesús



En estos días en que se acerca el cumpleaños “oficial” de Jesús, se me hace imposible no honrar su memoria.

Todo el mundo recuerda a Jesús sufriendo en una cruz o como un bebé regordete en una cuna o en brazos de su madre María… pocos se conectan con la infancia de este niño judío que se preparó para redimir a toda una humanidad, o con su juventud, o en la adultez, cuando se dedicó a lo que era su misión…

A pesar de que los artistas lo han pintado y esculpido con un rostro sufriente y cara de víctima -muy propio de la Era Pisciana- Jesús debe haber sido alguien muy poco complaciente… quizás un rebelde y se sabe que poseía un fuerte carácter ya que desde muy pequeño desobedeció a su madre y se perdió entre la multitud. Se enfrentó a los mercaderes del Templo. No era una persona obsecuente ya que fue en contra de todo lo establecido, lo que le valió un juicio y la crucifixión. No debe haber sido eso que se conoce como bonachón, sino más bien una persona muy honesta, franco y directo. Si hasta generó suficientes envidias entre sus apóstoles para que algunos lo negaran y otros le vendieran… Al menos yo no lo veo como ese “corderito” que la religión me presenta. Lo veo –y lo admiro- por sus ideas claras, su voluntad para desarrollar como el Cristo, su valor, y sobre todo su amor por la humanidad.

Muy pocas personas se atreven a perder la buena relación con el sistema por defender sus ideas o criticar lo que está mal hecho. La mayoría guarda un silencio otorgante por temor a “perder” el trabajo, la reputación y hasta amistades.
Y veo a este maravilloso Ser que se la jugó hasta el último momento reconociéndose “Hijo de Dios” y soportó azotes, el peso de una cruz y luego que lo clavaran en la misma, cuando podría haber sido tan fácil decir “No, no soy el Hijo de Dios” y así “salvar” su piel… pero no, su honestidad llegaba al límite, no podía mentir por mantener la vida en ese cuerpo.

Todos, en mayor o menor medida nos consideramos seguidores o tenemos como nuestro héroe a Jesús, pero ¿cuántos estamos en capacidad de imitarlo?
¿Nos jugamos hasta el final por defender una verdad?

Siempre siento que nos queda tan pequeño el rol de seguidores de Cristo, porque somos seguidores de sus ritos, lo parafraseamos a menudo, pero ¿Lo aceptamos? ¿Cuántos están en capacidad de seguirlo e imitarlo?

Somos tan duales como seres porque nos dividimos entre los que creemos ser y lo que somos en realidad… ni siquiera entre lo que quisiéramos ser y lo que somos… y por eso con la boca manifestamos un amor incondicional por El Divino Maestro, pero con los hechos no le llegamos ni a los talones. Somos capaces de sentarnos a comer y beber con los mercaderes del templo (quienes nos traicionan) y hasta podemos abrazarlos y besarlos sin estar de acuerdo con sus ideas… solo por no perder el nexo con quienes tienen el poder… Vendidos dicen algunos, pero cobardes les llamo yo… 
Decimos amar a toda la humanidad pero cuando pasa un mendigo con hambre y frío, le damos las sobras y lo dejamos ir. No somos capaces de darle una habitación para que pase la noche y duerma caliente.
Y si hay que jugársela por las minorías guardamos silencio por temor y comodidad... De verdad no le llegamos ni a la suela de la sandalia...

y así…

Siempre digo que si Jesús volviera a la Tierra hoy, le crucificaríamos de nuevo porque seguramente no tendría un doctorado en Teología, ni un MBA en Antropología ni mucho menos nos mostraría un post grado en Sociología… sería un hombre sencillo que no elegiría vivir en Dubai ni en Beverly Hills y preferiría comer en su casa y no en los restaurants de Milán o Paris… seguro viajaría en clase turista y no vestiría de Armani ni Dolce Gabana… mucho menos sería líder de alguna religión… Sería un hombre que antepondría la calidad ante la cantidad y por eso tendría una vida basada en SER y no en tener o hacer…

Pero esto es solo mi visión del Maestro Jesús… y se que cada cual tiene la suya y quizás solo estamos proyectando nuestro interior... Quién sabe...

Me® 

Si reenvias este texto, respeta el trabajo de la autora, no elimines ni cambies su nombre ni el texto. Cita la fuente correctamente. Se consciente de tu ética espiritual.

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