domingo, 18 de octubre de 2009

Enamorarse...



Es un hecho conocido que cuando te enamoras de un hombre no te enamoras del hombre real, te enamoras del hombre de tu imaginación. Cuando no estáis juntos y lo ves sólo desde el balcón, o lo encuentras en la playa por unos momentos, o le tomas la mano en el cine, empiezas a pensar: «Estamos hechos el uno para el otro» Pero nadie está hecho para el otro. Es tu imaginación proyectada sobre el otro, inconscientemente. Tú creas cierta aura alrededor del hombre y el otro la crea en torno a ti.

Todo parece ser tan bello porque lo haces bello, porque sueñas evitando la realidad. Y ambos tratáis de todas las formas posibles de no perturbar la imaginación.

Así pues, la mujer se comporta del modo que el hombre desea; el hombre se comporta como la mujer quiere. Pero esto lo puedes hacer sólo por unos minutos o unas horas como mucho. En cuanto os casáis y tenéis que vivir juntos veinticuatro horas al día, se vuelve pesado tratar de aparentar lo que no eres.

Sólo para satisfacer la imaginación del otro, ¿cuánto tiempo puedes actuar? Tarde o temprano esto te pesará y empezarás a vengarte. Empiezas a destruir todo lo que el otro ha inventado acerca de ti porque no quieres dejarte aprisionar, quieres ser libre para ser tú mismo.

Y la situación de la otra persona es la misma, quiere ser libre para ser ella misma. Y éste es el constante conflicto entre amantes y en todas las relaciones.

Osho


Me®

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