En India existe un tipo de hombre muy peculiar
que se complace en tener las menores necesidades posibles.
Sólo lleva consigo un poco de harina, una
pizca de sal y ajíes atados en un trapo. Cuenta con una escudilla y una
cuerda para sacar agua de los pozos.
No necesita nada más.
Anda a pie, cubriendo 10 a 12 millas diarias.
La masa que come la hace sobre el trapo, luego junta unas ramitas para
hacer fuego y la cocina sobre el rescoldo.
Eso se llama batí.
El sabor que le encuentra no proviene del
gusto que tiene sino del apetito que da la faena honesta y el contento
de la mente.
Ese hombre tiene a
Dios por amigo y se siente más rico que cualquier rey o emperador. Dios
no es amigo de quiénes codician interiormente las riquezas de los otros.
Todos pueden imitar
este ejemplo y gozar de una paz y una felicidad inefables, radiándolas a
los demás. Por otra parte, si uno ansía riquezas, tiene que hacer uso
de la explotación, sea cual fuere el nombre con que se la llame.
Pero aún así, los tesoros no hacen
millonarios.
La verdadera
felicidad se produce sólo en el contento y la camaradería de Dios.
Mahatma Gandhi.
Un Besito Marino!
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