Mi madre fue la madre más
atípica de la Tierra. No gustaba de los niños y nunca planeó tener hijos, sin
embargo tuvo 8, de los que sobrevivimos 6, y hubiésemos sido 20 si no
hubiera tenido algunos abortos espontáneos.
Siempre me sentí tan ajena a
esta familia y solía contar, ante la mirada de horror de mis amigas, como yo
esperé durante toda mi infancia a que viniera mi verdadera madre –esa mamá
dulce y cariñosa, como esas de los cuentos– que llegara a rescatarme de esta
madre tan alocada, que de seguro me había robado de los brazos de
esa progenitora soñada por mi...
Quien me llevó en su vientre
durante 8 meses era un ser muy dormido: Vivía quejándose de mi padre y
lamentándose de cómo la trataba la vida , pero no hacía nada para mejorarlo. No
era una mujer tonta ni de escasa educación sino que alguien que estaba todo el
tiempo muy ocupado en mirar su ombligo. Para mi representaba la total
inconsecuencia y era capaz de estar quejándose del calor, al mismo tiempo que
se ponía un chaleco y encendía la estufa – ¿Pero no era que tenías calor? –
¡Cállate niña! ¿No sabes que a los mayores no se les contradice? Ese era su
único argumento…
Hasta que crecí…
Cuando somos tan jóvenes nos creemos dueños de la verdad, emitimos juicios lapidarios, nos sentimos implacables y somos esclavos de ímpetus irrefrenables... Nunca me detuve a pensar porque mi madre era
así, para mi era una persona egoísta y por lo mismo no contaba con mis
respetos… Así simplemente la ignoré por mucho tiempo, hasta que cumplí mi mayoría
de edad y me fui a otro país porque quería olvidar mis raíces… pero no pude…
Siempre seguía conectada a esta familia por esos lazos invisibles que son los
afectos… Viajaba constantemente para visitar a mi abuela, quien si era objeto
de mi adoración y no podía evitar ver a mi madre y estar sabiendo
constantemente de ella, pero yo le huía… para mi representaba todo el dolor por el abandono de
mi infancia y no podía –ni quería– enfrentarme con eso… Hasta que un día me
avisaron que estaba enferma, muy enferma y volví a Chile para acompañarla en sus
últimos días… Fue lo más doloroso que la vida me daba hasta ese momento…
Se fue una tarde de octubre…
un día antes de mi cumpleaños y con la primavera repuntando. Sentada en el
avión de regreso, no podía parar de llorar y era incapaz de encontrarle un sentido
a la vida… Así tuve mi primera gran depresión a los 25 años…
Tarde mucho en descubrir que
ella había sido mi maestra, la mejor que he tenido… Ella se empeñó en
ponerme obstáculos solo para que yo sacara mi fuerza para luchar… Me exigió al máximo,
más que a mis hermanos, según ella porque mi potencial era mucho mayor… Me
criticaba mucho, y ahora entiendo que era para bajarme los humos… Me prestaba
muy poca atención en comparación con mis hermanos y se justificaba con que yo
era tan independiente y aprendía tan rápido… en fín… ella ha sido quien más
colaboró para forjar el ser humano que soy hoy…
Esta 3era densidad no tiene
vuelta atrás y ya no puedo abrazarla, pedirle perdón por mi comportamiento,
pero tengo la convicción de que nos volveremos a encontrar en otro espacio y
tiempo para resolver lo que quedó inconcluso…
Han pasado casi 20 años de
su partida y todavía estoy sanando mi relación con ella… y todo bien… es lo que
elegí vivenciar en esta encarnación y aquí estoy…
Pero hoy, cuando todos
abrazan a sus madres yo solo puedo ofrecer este homenaje…
Desde la 3era dimensión te
abrazo y te digo ¡Gracias Mamá!
Me®
Un relato muy honesto y hasta doliente.
ResponderEliminarNo pude evitar llorar porque viví algo muy similar, pero con mi padre.
Yo también saludo a mi viejo desde esta 3D y le digo gracias, se que hiciste hasta donde pudiste.
Gracias Mer, siempre es un agrado leerte.
Que valiente Mer..
ResponderEliminarMi relación con la mujer que me trajo al mundo fue muy dolorosa, pero es algo que cargo en silencio ya que nadie comprende y todos te juzgan por separarte de quien te llevo en el vientre. Por años sentí mucha culpa y también envidié a mis amigas por tener madres buenas y cariñosas, pero ahora comprendo que ella era mi maestra.
Quiero comunicarme contigo Mer, creo que tus palabras sanadoras me ayudarán a seguir sanando esta dolorosa relación ¿Donde te escribo?
Gracias Mer, también he llorado con tu relato.
Yo también he llorado, pero no por que mi relación con mi madre fuese mala, sino porque es cierto que cuando no estan caes en la cuenta de que lo que hicieron , lo hicieron por tu bien, para mí mi madre lo fué todo, mi mamá cariñosa, mi maestra, yo le dí también sufrimientos como casi todos los hijos con nuestro egoismo, pero nuestra etapa más dulce fué cuando la convertí en abuela, fue la abuela más felíz con sus nietas,y ellas se beneficiaron de su amor como yo. Hoy mi madre hubiese cumplido 82 años,y no la puedo tener a mi lado porque un maldito infarto me la arrebató hace un año y tres meses,pero igualmente la felicito y desde donde esté sé que cuida de nosotros y sé que estará sonriendo y me dirá "gracias hija", Felicidades Mamá.
ResponderEliminarque lindo eso!
ResponderEliminarCarlos J, gracias por tus palabras y me alivia saber que compartimos la misma carga...
ResponderEliminarGracias por ser consciente de que los demás también son nuestros maestros...
Un abrazo.
Victoria, discúlpame por no comunicarme antes, pero he estado con muchas cosas últimamente.
ResponderEliminarMe puedes escribir a mervivar@gmail.com y encantada compartiré contigo.
Un gran abrazo.
Anónimo, gracias por comentar y contarnos tu experiencia...
ResponderEliminarQue bueno que la relación con tu madre fue tan bella ¡felicidades!
Un abrazo grande.
To germinando... un abrazo
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