domingo, 10 de mayo de 2009

Mi madre, mi maestra.



Mi madre fue la madre más atípica de la Tierra. No gustaba de los niños y nunca planeó tener hijos, sin embargo tuvo 8, de los que sobrevivimos 6,  y hubiésemos sido 20 si no hubiera tenido algunos abortos espontáneos.

Siempre me sentí tan ajena a esta familia y solía contar, ante la mirada de horror de mis amigas, como yo esperé durante toda mi infancia a que viniera mi verdadera madre –esa mamá dulce y cariñosa, como esas de los cuentos– que llegara a rescatarme de esta madre tan alocada, que de seguro me había robado de los brazos de esa progenitora soñada por mi...

Quien me llevó en su vientre durante 8 meses era un ser muy dormido: Vivía quejándose de mi padre y lamentándose de cómo la trataba la vida , pero no hacía nada para mejorarlo. No era una mujer tonta ni de escasa educación sino que alguien que estaba todo el tiempo muy ocupado en mirar su ombligo. Para mi representaba la total inconsecuencia y era capaz de estar quejándose del calor, al mismo tiempo que se ponía un chaleco y encendía la estufa – ¿Pero no era que tenías calor? – ¡Cállate niña! ¿No sabes que a los mayores no se les contradice? Ese era su único argumento…

Hasta que crecí…

Cuando somos tan jóvenes nos creemos dueños de la verdad, emitimos juicios lapidarios, nos sentimos implacables y somos esclavos de ímpetus irrefrenables... Nunca me detuve a pensar porque mi madre era así, para mi era una persona egoísta y por lo mismo no contaba con mis respetos… Así simplemente la ignoré por mucho tiempo, hasta que cumplí mi mayoría de edad y me fui a otro país porque quería olvidar mis raíces… pero no pude… Siempre seguía conectada a esta familia por esos lazos invisibles que son los afectos… Viajaba constantemente para visitar a mi abuela, quien si era objeto de mi adoración y no podía evitar ver a mi madre y estar sabiendo constantemente de ella, pero yo le huía… para mi representaba todo el dolor por el abandono de mi infancia y no podía –ni quería– enfrentarme con eso… Hasta que un día me avisaron que estaba enferma, muy enferma y volví a Chile para acompañarla en sus últimos días… Fue lo más doloroso que la vida me daba hasta ese momento…

Se fue una tarde de octubre… un día antes de mi cumpleaños y con la primavera repuntando. Sentada en el avión de regreso, no podía parar de llorar y era incapaz de encontrarle un sentido a la vida… Así tuve mi primera gran depresión a los 25 años…

Tarde mucho en descubrir que ella había sido mi maestra, la mejor que he tenido… Ella se empeñó en ponerme obstáculos solo para que yo sacara mi fuerza para luchar… Me exigió al máximo, más que a mis hermanos, según ella porque mi potencial era mucho mayor… Me criticaba mucho, y ahora entiendo que era para bajarme los humos… Me prestaba muy poca atención en comparación con mis hermanos y se justificaba con que yo era tan independiente y aprendía tan rápido… en fín… ella ha sido quien más colaboró para forjar el ser humano que soy hoy…

Esta 3era densidad no tiene vuelta atrás y ya no puedo abrazarla, pedirle perdón por mi comportamiento, pero tengo la convicción de que nos volveremos a encontrar en otro espacio y tiempo para resolver lo que quedó inconcluso…

Han pasado casi 20 años de su partida y todavía estoy sanando mi relación con ella… y todo bien… es lo que elegí vivenciar en esta encarnación y aquí estoy…

Pero hoy, cuando todos abrazan a sus madres yo solo puedo ofrecer este homenaje…

Desde la 3era dimensión te abrazo y te digo ¡Gracias Mamá!

Me® 

8 comentarios:

  1. Un relato muy honesto y hasta doliente.

    No pude evitar llorar porque viví algo muy similar, pero con mi padre.
    Yo también saludo a mi viejo desde esta 3D y le digo gracias, se que hiciste hasta donde pudiste.

    Gracias Mer, siempre es un agrado leerte.

    ResponderEliminar
  2. Que valiente Mer..
    Mi relación con la mujer que me trajo al mundo fue muy dolorosa, pero es algo que cargo en silencio ya que nadie comprende y todos te juzgan por separarte de quien te llevo en el vientre. Por años sentí mucha culpa y también envidié a mis amigas por tener madres buenas y cariñosas, pero ahora comprendo que ella era mi maestra.
    Quiero comunicarme contigo Mer, creo que tus palabras sanadoras me ayudarán a seguir sanando esta dolorosa relación ¿Donde te escribo?
    Gracias Mer, también he llorado con tu relato.

    ResponderEliminar
  3. Yo también he llorado, pero no por que mi relación con mi madre fuese mala, sino porque es cierto que cuando no estan caes en la cuenta de que lo que hicieron , lo hicieron por tu bien, para mí mi madre lo fué todo, mi mamá cariñosa, mi maestra, yo le dí también sufrimientos como casi todos los hijos con nuestro egoismo, pero nuestra etapa más dulce fué cuando la convertí en abuela, fue la abuela más felíz con sus nietas,y ellas se beneficiaron de su amor como yo. Hoy mi madre hubiese cumplido 82 años,y no la puedo tener a mi lado porque un maldito infarto me la arrebató hace un año y tres meses,pero igualmente la felicito y desde donde esté sé que cuida de nosotros y sé que estará sonriendo y me dirá "gracias hija", Felicidades Mamá.

    ResponderEliminar
  4. Carlos J, gracias por tus palabras y me alivia saber que compartimos la misma carga...

    Gracias por ser consciente de que los demás también son nuestros maestros...

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Victoria, discúlpame por no comunicarme antes, pero he estado con muchas cosas últimamente.

    Me puedes escribir a mervivar@gmail.com y encantada compartiré contigo.

    Un gran abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Anónimo, gracias por comentar y contarnos tu experiencia...
    Que bueno que la relación con tu madre fue tan bella ¡felicidades!

    Un abrazo grande.

    ResponderEliminar